Desarrollo humano: la importancia de las habilidades directivas en las organizaciones del siglo XXI (parte 6)

“La mayoría de las personas gastan más tiempo y energía en hablar de sus problemas, que en afrontarlos y resolverlos”: Henry Ford
David Moisés Terán Pérez *
Amigas(os) lectoras(es) de esta columna invitada. Buenos días nuevamente. Hoy continuaremos desarrollando el tema del Cuadrante de las Inteligencias. Como recordarán, la semana pasada se presentó dicho cuadrante de manera gráfica, y se planteó contenido para los dos primeros cuadrantes (el de Coeficiente Intelectual y el de las Inteligencias Múltiples). En esta ocasión, se analiza el cuadrante relacionado con la Inteligencia Emocional; y la Inteligencia Financiera, la dejaremos pendiente para el próximo Martes 15 del presente.
El objetivo de explicar el Cuadrante de las Inteligencias, es mostrar que dentro del tema de las Habilidades Directivas, lograr que una persona desarrolle estos cuadrantes de diversas inteligencias, garantizará (relativamente), que quienes accedan a puestos gerenciales y/o directivos, realmente tengan un equilibrio, que genere un entorno personal, laboral, familiar, y social óptimo. Tristemente en las escuelas mexicanas de cualquier nivel (básico, medio superior y superior), no se nos enseña nada al respecto; y por esta razón, no sabemos cómo lidiar con la cotidianidad. Empecemos:
La inteligencia emocional: es la capacidad que tienen las personas para reconocer, entender y manejar sus propias emociones; así como las emociones de las personas a/de su alrededor. De esta manera, se facilitan las relaciones interpersonales, así como la obtención de objetivos y de metas, el manejo del estrés, y la resolución de problemas. En pocas palabras, tener inteligencia emocional, es estar sintonizado con nuestras propias emociones y el impacto que estas tienen en nosotros y en quienes nos rodean, así como el impacto que las emociones de los demás tienen en nosotros y las reacciones (empatía) que demostramos a los amigos, a los familiares y/o a los colegas, cuando estos manifiestan: Descontento, felicidad, rabia, aburrimiento, tristeza, apatía, indiferencia, entre otras muchas emociones. Por lo tanto, como definición, la inteligencia emocional es: “El conjunto de capacidades que tiene una persona para desarrollarse y relacionarse con ella misma y con las demás personas, de una manera exitosa” (Goleman, 2000).
Estas características son, por ejemplo: la capacidad de motivarse a ella misma, de perseverar en una tarea u objetivo a pesar de las posibles frustraciones, controlar los impulsos, diferir las gratificaciones, regular sus propios estados de ánimo, evitar que la angustia interfiera en sus facultades racionales, y la capacidad de empatizar y confiar en los demás. La inteligencia emocional, puede resultar tan decisiva, y a veces mucho más, que el coeficiente intelectual. Ni la experiencia ni la educación, pueden modificar substancialmente el resultado del coeficiente intelectual, en cambio, si las personas se educan, pueden aprender a desarrollar las habilidades emocionales fundamentales. Por otro lado, las personas emocionalmente desarrolladas; es decir, las personas que gobiernan apropiadamente sus sentimientos, y al mismo tiempo, saben interpretar y relacionarse afectiva y efectivamente con los sentimientos de los demás, disfrutan de una situación ventajosa en todos los dominios de la vida, tanto en las relaciones íntimas como en la comprensión de las reglas tácitas que gobiernan el éxito en el seno de una organización. Las personas que han desarrollado de manera adecuada las habilidades emocionales, se acostumbran a sentirse más satisfechas, son más efectivas, y más capaces de dominar los hábitos mentales que determinan la productividad. Por otro lado, las personas que no pueden controlar su vida emocional, se debaten en constantes luchas internas que interfieren en su capacidad laboral, y en su capacidad para poder pensar con la suficiente claridad. La inteligencia emocional, puede organizarse en cinco competencias principales:
- El conocimiento de las propias emociones: el conocimiento de uno mismo; es decir, la capacidad de reconocer un sentimiento en el mismo momento en que éste aparece.
- La capacidad de controlar las emociones: la conciencia de uno mismo, es una habilidad básica, que nos permite controlar nuestros sentimientos, y adecuarlos al momento.
- La capacidad de motivarnos a nosotros mismos: el control de la vida emocional y su subordinación a un objetivo, resulta esencial para reforzar y mantener la atención, la motivación y la creatividad. El autocontrol emocional, la capacidad de diferir la gratificación y de sofocar la impulsividad; constituye un imponderable, que es la base de cualquier objetivo.
- El reconocimiento de las emociones ajenas: la empatía, las personas empáticas acostumbran a sintonizar con las señales sociales sutiles que indican qué necesitan, y/o qué quieren las otras personas.
- El control de las relaciones: la habilidad para relacionarnos apropiadamente con las emociones de las otras personas.
Las personas que tienen una elevada inteligencia emocional, acostumbran a ser:
- Socialmente equilibrados, extrovertidos, alegres, con poca predisposición a la timidez, y a dar vueltas a sus preocupaciones.
- Demuestran estar dotados de una notable capacidad para comprometerse con las causas y las personas, acostumbran a asumir responsabilidades, mantienen una visión ética de la vida, y son afables y afectuosos en sus relaciones.
- Su vida emocional es rica y apropiada; se sienten a gusto consigo mismos, con los demás, y con el universo social en que viven.
- Acostumbran a ser abiertas y sociables, expresan de una manera apropiada sus sentimientos, y soportan bien la tensión.
- Su equilibrio social les permite hacer rápidamente nuevas amistades; se sienten suficientemente a gusto consigo mismas, lo que les permite mostrarse alegres, espontáneas y abiertas a las experiencias sensuales.
- Acostumbran a conseguir los objetivos que se proponen.
Por otra parte, la inteligencia emocional se divide en inteligencia intrapersonal e interpersonal. La primera se refiere a la comprensión de las propias emociones, y a la manera en la que se reacciona a/ante ellas, y cómo se toman decisiones, y se regulan las emociones. La segunda se refiere a cómo se comprenden las emociones de los demás, y a cómo se actúa, según el estado de ánimo que se perciba en los demás. Se dice que las personas que han trabajado en sí mismas para adquirir conciencia de su inteligencia emocional, saben:
- Manejar mejor las experiencias negativas.
- Tener mayor capacidad para identificar las emociones, y saber con precisión qué están sintiendo exactamente.
- Identificar las emociones de los demás.
- Establecer relaciones con base en la compresión de las emociones de los demás (comprender cómo se siente alguien ayuda a establecer un canal de comunicación más abierto).
- Mantener buenas relaciones; basados en la compresión integral de los otros.
- influir en los demás; gracias al entendimiento y al respeto por las emociones y puntos de vista del otro.
- Comunicar sus puntos de vista con claridad; dado que hay entendimiento y respeto por el otro y sus emociones; es más fácil comunicar los propios puntos de vista de manera efectiva.
- Manejar conflictos; porque la empatía que han desarrollado les permite ser árbitros imparciales y justos.
- Trabajar en equipo; conociendo quién es cada elemento del grupo y sus fortalezas y debilidades.
Al entender mejor las emociones, quienes han trabajado en su inteligencia emocional son capaces de relacionarse mejor con los demás, tener más éxito en su trabajo y llevar vidas más satisfactorias. Así pues, es frecuente que tengan también una alta inteligencia social. De acuerdo a los estudios realizados por Savoley y Mayer (2016), hay cuatro momentos fundamentales para desarrollar la inteligencia emocional. En su modelo se elaboran cuatro factores:
- Percibir las emociones con precisión: quiere decir esto, que hay que aprender a leer las emociones no verbales como el lenguaje corporal y/o las expresiones faciales, así como las emociones propias (saber qué se siente en cada momento, el origen del sentimiento y la conclusión de cómo ese sentimiento afecta el comportamiento y el pensamiento).
- Utilizar la lectura de las emociones para reaccionar ante las situaciones: así se le da prioridad a que lo que percibimos, requiere atención inmediata, y se relega a segundo plano lo que se percibe como menor-urgente. Aquí es de suma importancia saber controlar los impulsos, evitar explosiones emocionales, abogar por la calma cuando hay dificultad, y adaptarse a los cambios y fluctuaciones del día a día.
- Comprender las emociones, y darles el significado que se merecen: quiere decir que una persona molesta en el trabajo no está molesta, necesariamente, con su trabajo; sino que puede tener problemas personales, y no sabe cómo separar su vida privada de su vida laboral.
- Administrar las emociones: quiere decir que hay que saber cómo responder, y cuándo responder a las propias emociones, y a las de los demás.
Se dice que las personas con más éxito en sus vidas son aquellas con una inteligencia emocional más alta, no necesariamente las que tienen un altísimo coeficiente intelectual. Cuando las emociones no se manejan correctamente, pueden acabar con el esfuerzo laboral de una persona, así como con su vida privada. Quienes han trabajado para desarrollar esta parte de su comprensión del mundo y de sí mismos, encuentran que, en general, la inteligencia emocional:
Ayuda a triunfar en todas aquellas áreas de la vida en las que hay que relacionarse con otros.
- Ayuda a elegir el estado anímico que más se acomoda a cada situación y a desenvolverse armónicamente con lo que cada momento requiere.
- Ayuda a relacionarse con los demás, y favorece el mantenimiento de relaciones más satisfactorias.
- Ayuda a mantener una mejor salud (manejo del estrés, de la ansiedad y de la depresión).
- Ayuda a mantener un estado anímico más estable, sin tantos altibajos.
(Continuará…)