Feminismo disfrazado

• “Una mujer libre es justo lo contrario a una mujer fácil”: Simone de Beavoire
Verónica Bracho Alburquerque *
En estos últimos años (y para ser más precisos la semana que pasó) se han venido suscitando acciones que en esta ciudad de Pachuca resultaban impensables que pudieran suceder, hechos que han causado las más diversas reacciones, tomando en consideración la edad de la gente: en el caso de los jóvenes se ha dicho “¡Bravo, ya era justo!”, pero en el caso de los adultos, la indignación, la prepotencia y el enojo se han manifestado.
Y me refiero a los destrozos provocados por grupos de mujeres que se han hecho llamar “feministas” y que han insultado los inmuebles más respetados y queridos de esta ciudad capital, llegando a su máximo esplendor con el maltrato al querido Reloj de Pachuca, pasando por las oficinas de gobierno y las calles principales.
Pero vamos por partes, pues el feminismo es un concepto totalmente manipulado, al igual que sucede con otros conceptos, como suele ocurrir con el socialismo y el comunismo.
Transcribo la definición de Montserrat Dehesa Santillán, de la UNAM y colaboradora del Centro de Estudios de Género que nos dice:
“El feminismo es un movimiento social cuyas características principales son: la solidaridad, la percepción específica de la realidad, la ruptura y la capacidad de producir. La solidaridad está dirigida a promover y/o a impedir los cambios sociales. La percepción de la realidad cuestiona las ideas normativas y las reglas sociales que suponen desventaja para las mujeres. La ruptura se refiere a la disolución de los límites y de las normas de las relaciones sociales; es decir, no permitir el menosprecio y/o el abuso por el hecho de ser mujer, y actuar para que estas situaciones cambien. También está la capacidad de producir, esto es, la habilidad que se debe tener para la producción de ideas, teorías y acciones colectivas; es el empuje entre los grupos de mujeres encaminados hacia el cambio”.
Las manifestaciones de las mujeres se presentaron por vez primera en la época de la Revolución Francesa, en la que se cuestionaban los privilegios masculinos. Posteriormente, en 1918, en Inglaterra se consigue el derecho al voto mediante un movimiento internacional, y es donde se empieza a hablar de feminismo.
En la mitad del siglo XX, con el lema “Lo personal, es político” se habló sobre la opresión de la mujer en el ámbito privado, desafiando los códigos morales y sexuales; y actualmente, está la Ola de Sororidad, que hermana y solidariza a todas las mujeres (género).
En cuanto a representantes y luchadoras feministas la lista es larga. Algunas de ellas Germaine Greer, Kate Millett, Alaide Foppa y la grandiosa Simone de Beauvoire, quien revolucionó todo el pensamiento y la filosofía de las mujeres de su época. Yo tuve la gran fortuna de tener como maestra en la UNAM a la socióloga Amalia Fischer Pfaeffle, conocedora como nadie del feminismo, y de quien yo seguí sus pasos hace 30 años. En su momento, ante estas ideas de igualdad y equidad, era yo llamada “loca y tonta” por la gente que me rodeaba.
Hoy, afortunadamente el mundo va cambiando vertiginosamente y esas teorías se hacen realidad en muchos países del mundo, pero desafortunadamente veo de manera muy personal que estos “movimientos” que se han presentado en Pachuca y en la misma CdMx son hechos de violencia que están realizando para desestabilizar a los gobiernos, y los disfrazan de “feminismo”.
Si realmente se quisiera hacer un llamado a las autoridades para frenar los feminicidios y los abusos hacia las mujeres, se pueden utilizar otras tácticas sin involucrar el patrimonio de la ciudad. Aplicarse las leyes existentes, sin que los jueces, los ministerios públicos y las policías de los diferentes niveles (municipal, estatal y federal) sean cooptados por los propios delincuentes (violadores, secuestradores, asesinos y abusadores de las mujeres), y esto es una tarea que requiere de años de educación, de valores y de integridad.
Estamos llenos de leyes sin respetar y sin aplicarse. Y lo peor y más lamentable de esto es que en las mismas casas en donde se encuentran los violadores, en muchas ocasiones, de manera insólita, la misma víctima o alguna familiar de ésta (la esposa, la madre, la hermana) es quien solapa y encubre los abusos.
Sin embargo, si esto es de tinte político, ¿por qué no utilizar otros medios en lugar de colgarse del estandarte feminista, el cual es de los pocos movimientos realmente democráticos y con credibilidad?