Ciencia, arqueología e investigación confirman existencia de Jesucristo: académico
• En los últimos años se ha podido constatar la existencia de muchas de las personas que figuran en los Evangelios, y de manera especial las relacionadas con la Pasión
🖋 La Verdad Hidalgo
Los adelantos de la ciencia, la arqueología y la investigación de textos antiguos confirman la existencia histórica de Jesucristo, así como de los personajes y lugares donde él estuvo, aseguró Mauricio Alcocer Ruthling, académico del Decanato de Diseño Ciencia y Tecnología de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG).
El docente señaló que la ciencia está permitiendo esclarecer la historicidad de Jesucristo, pues en los últimos años se ha podido constatar la existencia de muchas de las personas que figuran en los Evangelios, y de manera especial las relacionadas con la Pasión.
También se han podido identificar como históricas las poblaciones, sinagogas y otros sitios donde estuvo Jesús.
Para confirmar la historicidad de un personaje de la antigüedad, Peter Williamson propone un proceso parecido a un juicio, donde un primer paso es examinar a los testigos de un evento, la credibilidad de los testigos, interpretar la evidencia y llegar a un veredicto. Esto, a fin de determinar cuál explicación es la mejor y cuáles son sus implicaciones, refirió el académico.
En el caso de Jesucristo, al no haber testigos vivos hay que recurrir a documentos históricos y a evidencia de la arqueología, agregó.
“Claramente, una de las fuentes principales sobre su vida son los cuatro Evangelios (San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan), escritos de 30 a 70 años después de su muerte, pero existen otras fuentes fuera de la Biblia que atestiguan la existencia de Cristo”.
Indicó que una de ellas es la obra de Flavio Josefo, un historiador que nació en Jerusalén entre el año 37 o 38 de nuestra era. Estuvo involucrado en la revuelta judía del año 66, luego se hizo ciudadano romano y en el año 93 completó su obra literaria Antigüedades judaicas, donde menciona a Jesús en el siguiente pasaje:
“Había por esta época un hombre sabio, Jesús, si es que es lícito llamarlo un hombre, pues era un hacedor de maravillas, un maestro tal que los hombres recibían con agrado la verdad que les enseñaba. Atrajo a sí a muchos de los judíos y de los gentiles. Él era el Cristo, y cuando Pilato, a sugerencia de los principales entre nosotros, le condenó a ser crucificado, aquellos que le amaban desde un principio no le olvidaron, pues se volvió a aparecer vivo ante ellos al tercer día; exactamente como los profetas lo habían anticipado y cumpliendo otras diez mil cosas maravillosas respecto de su persona que también habían sido preanunciadas. Y la tribu de cristianos, llamados de este modo por causa de él, no ha sido extinguida hasta el presente”.
Otro historiador romano, Tácito (56 a 118), menciona a “Cristo” en sus Anales, escritos hacia el año 116, al hablar sobre Nerón y el incendio de Roma en el año 64. Informa de la sospecha que existía de que el propio emperador había ordenado el fuego y anota lo siguiente:
“Para acallar el rumor, Nerón creó chivos expiatorios y sometió a las torturas más refinadas a aquellos a los que el vulgo llamaba ‘cristianos’, (un grupo) odiado por sus abominables crímenes. Su nombre proviene de Cristo, quien bajo el reinado de Tiberio fue ejecutado por el procurador Poncio Pilato. Sofocada momentáneamente, la nociva superstición se extendió de nuevo, no solo en Judea, la tierra que originó este mal, sino también en la ciudad de Roma, donde convergen y se cultivan fervientemente prácticas horrendas y vergonzosas de todas clases y de todas partes del mundo”.
Alcocer Ruthling refirió que existen muchos otros escritos no cristianos que mencionan a Jesucristo, lo que robustece la evidencia de su existencia. Entre ellos están los textos de Plinio el joven y Suetonio, mientras que la arqueología moderna también ha aportado elementos a la comprobación de Jesús como personaje histórico.