Columna invitada

El Sistema Nacional de Competencias y las credenciales alternativas (parte 8)

“No hay mayor pérdida de tiempo que hacer extraordinariamente bien algo que no era necesario haber realizado nunca”: Peter Ferdinand Drucker (austriaco, “El padre de la administración estratégica”)


🖋 David Moisés Terán Pérez *

Buenos días estimadas(os) lectoras(es) de esta columna invitada. Como ya es nuestra tradicional y muy sana costumbre semanal, deseo que tengan un grandioso, feliz, productivo, inigualable, próspero y extraordinario martes. En esta ocasión, continuaremos con la saga iniciada hace ya exactamente ocho semanas (dos meses), y que trata con el tema: “El Sistema Nacional de Competencias (SNC) y las credenciales alternativas”.

Como ya quedamos la semana pasada, en esta octava entrega se desarrollarán más conceptos y más definiciones que le dan sustento al Sistema Nacional de Competencias (SNC) en México, con el objetivo de establecer todo el marco teórico que sustenta este importante y relevante tema de gran actualidad, dados los agigantados avances, que tanto la tecnología como la ciencia, están logrando —y lograrán—, en esta segunda década del siglo XXI. Continuamos desarrollando el contenido, y en esta ocasión con el tema del conocimiento:

Conocimiento:Es un conjunto de información almacenada mediante la experiencia y/o el aprendizaje (a posteriori), o a través de la introspección (a priori). En el sentido más amplio del término, se trata de la posesión de múltiples datos interrelacionados que, al ser tomados por sí solos, poseen un menor valor cualitativo” (Pérez Porto, 2008; p. 1).

El conocimiento tiene su origen en la percepción sensorial, después llega al entendimiento y, concluye finalmente en la razón. Se dice que el conocimiento es una relación entre un sujeto y un objeto. El proceso del conocimiento involucra cuatro elementos: El sujeto, el objeto, la operación, y la representación interna (el proceso cognoscitivo). Cuando el conocimiento puede ser transmitido de un sujeto a otro mediante una comunicación formal, se habla de conocimiento explícito. En cambio, si el conocimiento es difícil de comunicar, y se relaciona a experiencias personales y/o con modelos mentales, se trata de conocimiento implícito. A continuación, se muestra a través de: “El Cono de Edgar Dale”, la relación existente entre el conocimiento sensorial, y el aprendizaje (ver la Fig. 1). Como puede observarse en dicho cono de Dale, el aprendizaje de cualquier persona, pasa por los órganos de los sentidos: Lo que se ve y se lee (vista); lo que se escucha y se percibe (oído); lo que se escribe (vista y tacto); lo que se hace (vista, tacto, oído, gusto y olfato), y que siempre pasan invariablemente por los órganos de los sentidos; por lo que, al aprender, una persona utiliza lo sensorial para que ese conocimiento aprendido, sea real y totalmente aprehendido por una persona.

Fig. 1. El cono del aprendizaje de Edgar Dale
Fuente: https://www.pinterest.es/pin/400187116870325551/  

Además del conocimiento sensorial, existen diferentes tipos de conocimiento, de acuerdo a Bunge (1989), los cuales son los siguientes:

  • El conocimiento científico: Presenta los datos que explican de manera ordenada y lógica el comportamiento de El Universo en su totalidad, así como su interacción entre los elementos que lo conforman, utilizando la observación y la experimentación como herramientas, para que los individuos comprendan los procesos y los fenómenos que ocurren en la Naturaleza.
  • El conocimiento empírico: Se refiere a los datos e informaciones que se obtienen mediante la práctica de algo específico. Se adquiere por la experiencia, la observación, y la repetición de actividades, que se convierten en significados, y en procesos.
  • El conocimiento intuitivo: Es toda aquella información que percibe una persona del entorno, de manera instantánea. Se genera por reacciones ante un estímulo, una idea, una necesidad, un sentimiento, etcétera; sin que sea necesario aplicar la razón, solamente basta y es suficiente con la intuición. Este tipo de conocimiento permite interactuar con el ambiente —a través del descubrimiento—, vinculando las reacciones provocadas con otros sucesos específicos; es decir, relacionándolo con otras situaciones y/o experiencias vividas, y derivado de eso, se obtenga un significado para esa persona en concreto.
  • Conocimiento filosófico: Es el conjunto de información que obtiene una persona, mediante la asidua lectura, el análisis profundo, y el razonamiento de los documentos escritos. Finalmente, los datos obtenidos, los contrasta con la práctica humana, y eso le permite emitir, y hacer juicios de valor.
  • Conocimiento lógico: También llamado de proposiciones, es aquel que se deriva de la comprensión de ideas; y la manera en cómo esas ideas se relacionan entre sí. Este tipo de conocimiento tiene lugar cuando un individuo es capaz de relacionar ideas y/u objetos, por medio de un proceso de razonamiento lógico.
  • Conocimiento matemático: Se caracteriza por ser abstracto; es decir, que no forma parte del mundo tangible. Es un tipo de conocimiento racional, coherente e/o imaginario, vinculado con la manera como los seres humanos perciben las cosas que les rodean. Los conceptos que componen el conocimiento matemático, son descripciones relativamente exactas de la realidad. Son más complejos que la simplificación de la realidad, ya que se valen de valores numéricos para expresar la esencia de la misma.
  • Conocimiento semántico: Resulta del aprendizaje de las palabras y de su significado. Conocer una palabra implica determinar cuál es su definición. Por tal motivo, en la medida en la que se conocen más palabras e/o idiomas, se tendrá un mayor conocimiento semántico. Esto es benéfico para el proceso cultural de las personas.
  • Conocimiento sistémico: Es aquel que surge de la unión de elementos semánticos y/o matemáticos, para formar sistemas. Es un tipo de conocimiento aplicable en la geometría, la semiótica y la semántica, ya que es el conocimiento que permite dotar de significado a un grupo de elementos, cuando operan entre sí, como un sistema. Recordando que un sistema es un conjunto de elementos agrupados de manera lógica, con el objetivo de realizar alguna actividad, y/o un fin específico.
  • Conocimiento explícito: Es aquel que es fácil de identificar, de recordar y de utilizar. Es el más comúnmente utilizado para almacenar información, en sistemas de documentos y de texto(s).
  • Conocimiento tácito: Es la habilidad práctica que tienen los seres humanos, de llevar a cabo tareas administrativas importantes. Es intuitivo y está basado en la Historia de Vida de cada persona. Esto se debe a que el conocimiento tácito se adquiere gradualmente con el pasar de los años, a través de la vivencia de las experiencias.
  • Conocimiento incorporado: Es aquel que se encuentra contenido en los procesos, en los productos, en las culturas, en las rutinas, en los artefactos, y/o en las estructuras. Puede ser formal (intencional) e/o informal (espontáneo), dependiendo de la manera en cómo se aplique.

De todo lo anterior, puede concluirse que el ser humano es un ente que se forma de diferentes maneras; y que adquiere el conocimiento de acuerdo a como lo va requiriendo tanto en su cotidianidad, como en su práctica laboral, personal, profesional, familiar y social. Por otro lado, en la actualidad, existe una disciplina que se encarga de la Gestión del Conocimiento —y que está en la agenda de los líderes de todo el mundo, como un componente clave en los procesos de negocio—, y es probable que, si se logra fundamentar sólidamente su importancia en la creación de valor y en la consecución de una ventaja sostenible para la empresa, se convierta en uno de los paradigmas de la Dirección Estratégica. Desde que se empezó a hablar de la Gestión del Conocimiento (GC) hasta la fecha, puede decirse que se han atravesado diferentes etapas.

En la fase inicial, el énfasis se puso en lo tecnológico; sin embargo, conforme se ha ido evolucionando, se ha demandado una mayor atención al aspecto humano. Así, Blackler (2000) trata de una segunda generación en la Gestión del Conocimiento, donde las personas son el elemento central, y no secundario y/o periférico, como hasta la fecha se ha estado tratando. Dicho enfoque no demanda otra cosa, que darle una orientación más práctica, en vez de centrarse en discusiones estériles sobre conceptos teóricos y abstractos.

En este sentido, aspectos tales como la cultura de la organización (Petrash, 1996), las actitudes necesarias para la compartición del conocimiento, y la motivación del personal (Ruggles, 1998), son citados en los estudios realizados al respecto como elementos catalizadores y/o facilitadores de una implantación eficaz de un programa de Gestión del Conocimiento Organizacional.

En The Online Information Meeting 2001, celebrado en Londres, David Snowden, afirmó que en la actualidad, se está entrando en la tercera fase de la evolución de la Gestión del Conocimiento. Durante la primera fase (1990-1995), el interés se centró en conseguir que la información adecuada llegase a la persona que la necesitaba en el momento oportuno. Primaba, por lo tanto, una visión basada principalmente en la gestión de la información, donde las tecnologías tenían como principal objetivo extraer dicha información.

En la segunda fase (1995-2001), la ocupación se traslada hacia la conversión del conocimiento tácito en explícito, y comienza a hablarse de: “Las Comunidades de Práctica”. Durante esta fase, se observó una cierta polarización entre los que sólo conciben la Gestión del Conocimiento a través de las tecnologías, y los que las desprecian, porque consideran que todo se basa en las interacciones humanas. En la actualidad, a juicio de Snowden (2000), se está en la tercera fase, en la cual, los conceptos fundamentales son los contenidos, las narrativas, y el contexto. El conocimiento se transmite en las organizaciones, tanto si se trata de gestionarlo, como si no. De esta manera, la transmisión del conocimiento, forma parte de la vida natural de una organización. Por lo que, el conocimiento circula por toda ella, pero su existencia, no garantiza su uso. Es más, existe una inmensa cantidad de saber disperso en la organización, que es desaprovechado, y es al que nadie tiene acceso. Esta situación produce, generalmente, lentitud operativa, y en algunos casos, duplicidad y/o triplicidad de esfuerzos y/o de funciones.

También ocurre, que la información y/o el conocimiento sobre un determinado asunto, es sólo patrimonio de una sola persona. Precisamente, la Gestión del Conocimiento (GC), es el esfuerzo que se orienta a capturar y sacar provecho de la experiencia colectiva de la organización, haciéndola accesible a cualquier miembro de la misma. Ahora bien, resulta imprescindible llevar a cabo un cambio cultural que tenga como objetivo fundamental: El aprendizaje. Y, muy en el fondo —y bien realizada—, la Gestión del Conocimiento proporciona la respuesta a una necesidad básica que se ha estado buscando desde hace mucho tiempo: La comunicación, o la falta de ella. Tal y como se ha señalado al repasar cómo se ha llegado la Sociedad del Conocimiento, y como la gente tiene sobrecarga de información, pero no de conocimiento.

Por ello, un reto que afronta la Gestión del Conocimiento Organizacional (GCO), es convertirse en una ayuda real para dar sentido a toda esa información que llega a un puesto de trabajo, y poder, así, destacar cuál es el conocimiento valioso para compartirlo. Esto es, crear los mecanismos necesarios para hacer el conocimiento útil y accesible; dónde, y cuándo se necesite. Por lo que, al abordar un proyecto de Gestión del Conocimiento Organizacional (GCO), lo primero que debe hacer una organización, es realizar una labor de análisis, con el objetivo de detectar e/o identificar, el conocimiento clave y/o estratégico. Esto es, el conocimiento necesario para la resolución de problemas, la asistencia en la toma de decisiones, el desarrollo de nuevos productos, bienes, y/o servicios; en definitiva, para propiciar la adaptación y el desarrollo de la organización acorde con las nuevas realidades y cambios (Medrano Corrales & Suárez Samaniego, 2002).

Por lo tanto, el primer paso, debe orientarse a identificar los conocimientos que actualmente —y en el futuro—, serán necesarios para la consecución de los objetivos, y de las metas corporativos(as). Y esta, es una de las cuestiones cruciales en la Gestión del Conocimiento Organizacional, ya que resulta primordial saber lo que hay que saber. Existen varias aproximaciones que facilitan la identificación del conocimiento clave, de acuerdo con Rivero Rodrigo (2002), y éstas son las siguientes:

  • El análisis de los procesos y de las actividades de la empresa, las relaciones entre ellos (y ellas), así como las tareas que los componen.
  • La identificación de los problemas. Si se analizan las causas, podrá identificarse una carencia de conocimiento(s) que, una vez solventada, ayudará a la resolución del problema inicialmente planteado.
  • Un benchmarking externo.
  • Las ideas sobre posibles mejoras, que pueden poner de manifiesto, aspectos que no se conocen, y que deberían de conocerse.
  • Los sistemas de vigilancia de determinados conocimientos claves, y la creación de observatorios al respecto.
  • La consulta a expertos en materias concretas.

Otro aspecto a tener en cuenta en esta primera fase, hace referencia a que el conocimiento estratégico, puede definirse desde el nivel de la Dirección, a partir de la Planeación Estratégica, y de los Factores Críticos de Éxito (FCE) de la empresa, o bien, pueden definirse en el nivel operativo, a partir de los Factores Críticos de Éxito de los Procesos Implicados en la Gestión del Conocimiento Organizacional. En este segundo caso, obviamente, el nivel de detalle y de precisión, será mucho mayor que en el primero (Barceló, 2001).

Estimados(as) lectores(as), hasta aquí con la explicación sobre el tema del conocimiento, en las organizaciones mexicanas de esta segunda década del siglo XXI. La próxima semana, continuaremos analizando y desarrollando más conceptos adicionales que apoyan el uso, y el desarrollo de las competencias laborales en el entorno laboral de la cotidianidad. Nuevamente, muchas gracias. Y, una vez más, hago la cordial invitación, para visitar el sitio web del centro evaluador: Liderazgo en Certificación, S.A.S. de C.V. (LICERT), que es: www.licert.com.mx para que conozcan nuestra oferta en certificaciones en competencias laborales; así como en la certificación internacional en Microsoft Excel 2019™ a través de: El Plan de Carrera Profesional; así como contactarnos a través del correo electrónico: atencionalcliente@licert.com.mx para solicitar amplios informes, así como para gustosamente, resolver todas sus dudas, sus inquietudes, y todas sus preguntas. Saludos cordiales y un gran abrazo a la distancia desde la imponente, y por siempre hermosa Bahía de Banderas (Puerto Vallarta, Jalisco y la Riviera Nayarit). (Continuará…)

Referencias:

Barceló, M. (2001). Hacia una economía del conocimiento. Madrid: ESIC-Price Waterhouse Coopers.

Blackler, F. (2000). Knowledge, knowledge work and organizations: An overview and interpretation. Organization Studies, vol. 16, num. 6; p.p. 1 021-1 046.

Bunge, Mario. (1989). Concepciones de Bertrand Russell sobre el conocimiento humano. Recuperado de: http://sisbib.unmsm.edu.pe/ (Consultada en Julio del 2024).

Medrano Corrales, I. & Suárez Samaniego, L. (2002). Ensayo sobre estrategias para documentar el conocimiento en una organización. Recuperado de: http://www.gestiondelconocimiento.com (Consultado en Julio del 2024).

Pérez Porto, Julián. (2008). Definición de conocimiento. Recuperado de: https://definicion.de/conocimiento/ (Consultado en Julio del 2024).

Petrash, G. (2001): “Gestión de los activos intelectuales”, en Sullivan, P.H. (eds.), Rentabilizar el capital intelectual. Técnicas para optimizar el valor de la organización. Barcelona, España: Editorial Paidós.

Rivero Rodrigo, S. (2002). La gestión del conocimiento: Claves y pautas para comprender e implantar. Bizkaia: SOCINTEC.

Ruggles, R. (1998). The state of notion: Knowledge in practice. California Management Review, vol. 40, num. 3; p.p. 80-89.

Snowden, David. (2000). Organic knowledge management. Knowledge Management, (3), p.p. 14-17. Recuperado de: https://www.researchgate.net/publication/284549928_Organic_knowledge_management/citation/download?_tp=eyJjb250ZXh0Ijp7InBhZ2UiOiJwdWJsaWNhdGlvbiIsInByZXZpb3VzUGFnZSI6InByb2ZpbGUifX0 (Consultado en Julio del 2024).

* Ingeniero Mecánico Electricista por la UNAM. Especialidad en Habilidades Docentes por la UNITEC. Maestro en Microelectrónica por la Université Pierre et Marie Curie de París. Maestro en Alta Dirección por el IPADE. Maestro en Ciencias de la Educación por la UVM. Doctor en Educación por la UPN. Académico en la UNAM por 30 años; así como en otras importantes instituciones de educación superior (IES): Universidad del Valle de México (UVM), la Universidad Tecnológica de México (UNITEC), la Universidad del Pedregal, la Universidad ICEL, la Universidad Anáhuac del Sur, entre muchas otras. Fue Director de los Centros Autorizados de Servicio (CAS) en Hewlett-Packard de México. También fue Líder de Proyecto Eléctrico en Siemens México. Autor de siete libros publicados por Alfaomega Grupo Editor. Cuatro títulos más en la Editorial Umbral/PES. Y cinco títulos ya publicados directamente en la Plataforma de Amazon KDP. Y en este momento (2024), está desarrollando un texto para la editorial Springer-Nature de Alemania, cuyo título es: “Computación Biológica aplicada a la Cotidianidad” (“Computational Biology: Transforming Everyday Life”). Además de ser un reconocido conferencista nacional e internacional. Actualmente, es el CEO del Centro Evaluador en Competencias Laborales, y Centro de Evaluación Internacional en Microsoft: “Liderazgo en Certificación”, LICERT, S.A.S. de C.V., (www.licert.com.mx), avalado por el CONOCER y la SEP. Sus correos electrónicos son: atencionalcliente@licert.com.mx y dmtp040964@gmail.com

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