El silencio de los inocentes; la voz que calará siempre a los infames

• Será el espejo en el que ellos no podrán mirarse jamás; menos hablarse a sí mismos, porque su voz no se escuchará: el cinismo no debe nunca tener voz, y eso sí que lo saben bien…
Pánfilo Pérez
Será el silencio que vendrá en los días subsecuentes el que pondrá del conocimiento del pueblo mismo la sinrazón que significa callar la radio pública; será el silencio el que hablará de ello, así como la radio lo hacía en momentos en que las emergencias lo requerían; será el silencio de los inocentes el que gritará por las voces que no se escucharán mañana.
Muchas de las veces el silencio se autoimpone como una manera de evitar “meterse en problemas”, no tanto como un acto de mesura, sino acaso por temor a las represalias que expresarse, comunicar, manifestar, pudieran venir; sí, se prejuzgan al acto, sobre todo en espacios como la administración pública.
Dice la sabiduría popular que en boca cerrada no entran moscas, mas esta ocasión el silencio es total, no por la falta de valor para decirlo, no por la ausencia de argumentos para manifestarse, no por evitar dificultades al hablar, sino porque la mala actuación de uno o varios funcionarios de la radio estatal en la anterior administración ha dejado mudo al sistema público de radio; su omisión, irresponsabilidad, descaro, insolencia, le cercenaron las cuerdas bucales.
Es el silencio de los inocentes, la voz callada de tajo de las trabajadoras, los trabajadores de la radio pública, quienes no volverán a escucharse porque otros dejaron de cumplir con su misión; sí, aquellos que debieron realizar el trámite de la renovación de concesiones, el total de las 11 estaciones de la Red Hidalgo Radio, no lo hicieron.
Huelga decir el daño hecho, el silencio mismo que le impusieron a la red de la radio en el estado, se escuchará aquí y allá, en las grandes ciudades y en las más lejanas comunidades; donde no llegarán más los mensajes de prevención, auxilio, de las campañas de salud, ni las del desarrollo social, del trabajo, de la educación, por decir las menos.
Nada puede descifrar, menos callar, las historias personales y la memoria colectiva, lo que significó el trabajo, la pasión, el cariño, talento, la responsabilidad de quién no podrá mañana llegar una vez más a platicar con los radioescuchas, con nosotros que de este lado esperamos todos los días a que suenen en la radio para poder comunicarnos.
Es el silencio de los inocentes el que levantará la voz de otros tantos que lo están haciendo, para que sean castigados aquellos que por omisión o comisión niegan con sus actos, de mucho aberrantes, la escucha, la comunicación; nada callará la transmisión de emociones, sentimientos, decires, los servicios sociales, el mensaje comunitario, el aviso interpersonal, cultura, tradiciones, valores, lo dicho durante más de cuatro décadas y que llegó a miles de personas a través de las ondas sonoras.
Es el silencio de los inocentes el que será la voz recurrente en la conciencia de los culpables de esta infamia, aquellos que sin voz dejaron a la red de la radio pública en Hidalgo; es el silencio que les hablará siempre a aquellos que como castigo tendrán el no poder hablar con decoro, con honor, con vergüenza, de su paso por esta gran institución que no supieron escuchar.
Tendrán que imponerse la mordaza, el bozal. Nada tendrán para decir, el silencio de los inocentes será el espejo en el que ellos no podrán mirarse jamás; menos hablarse a sí mismos, porque su voz no se escuchará: el cinismo no debe nunca tener voz, menos reflejo y eso sí que ellos, los infames, lo saben bien.