Revolución Mexicana, ¿cuál es la versión verdadera?

“Desgraciadamente en tu país (México) a la masa poblacional le gusta permanecer en una ignorancia que me aterroriza”: Paul Von Hitzen, político alemán (1864-1941)
Verónica Bracho Alburquerque *
La historia es una madeja que se va desenredando a través de los caprichos, de los juicios y por supuesto, por los intereses de los gobiernos en turno. También es utilizada como un cuento creado para enaltecer y celebrar a un país.
Pocas personas son las que realmente conocen la verdadera historia de un pueblo, pues conlleva mucha investigación y también persecución (en casos extremos, hasta la muerte) contra quien la realiza. Conocer la verdad no es fácil y siempre hay que esperar un tiempo de hasta 50 años para poder ser escrita o revelada. Y en el peor de los casos, la realidad nunca se sabe.
La Revolución Mexicana es uno de esos muchos eventos que la historia de México ha magnificado tanto en las instituciones gubernamentales como en las educativas del país. Pero, ¿qué se sabe realmente de esta revolución, en la que murieron poco más de un millón de personas, y en la cual no ocurrió ningún cambio benéfico para el país?
México, en ese entonces, estaba bajo una dictadura de 30 años con un presidente inclinado por los gustos estéticos y políticos de Europa, y con un vecino en el norte de nuestro país que, para desgracia nuestra, siempre lo tendremos “cargando” por los siglos de los siglos, y exageradamente celoso en ese entonces de los ingleses, que tenían muy buena relación con Porfirio Díaz.
En el gobierno de Porfirio Díaz, las relaciones con el viejo continente eran muy estrechas. Cito un ejemplo: en esa época se le otorgaron al inglés Weetman Dickinson (Lord Cowdray) los contratos de construcción más importantes de México: el alumbrado público de la Ciudad de México, el sistema de desagüe, la red ferroviaria del sur. Incluso, era el dueño de Mexican Eagle, la compañía de extracción y comercialización más poderosa en México. Y esto no era bien visto por los estadounidenses, así que se avocaron a sacar a los ingleses de México.
Ese fue entonces su principal objetivo. Y el parteaguas fue una entrevista que tuvieron el 17 de octubre de 1909 Porfirio Díaz y el presidente estadounidense William Taft. De dicha entrevista no se conocen detalles, pero el resultado fue que el gobierno de los Estados Unidos repudiara más al presidente Díaz.
Aunque existe una entrevista que se ha hecho famosa en los libros de texto que narra de manera “oficial” la historia de México, y que realizó el periodista Creelman, en donde se dice que “Díaz acepta dejar el poder”.
Es así como se armó un movimiento “encabezado” por Francisco I. Madero (de 37 años de edad), nieto de un hombre poderoso y rico del país.
Francisco I. Madero nunca peleó, nunca sostuvo un arma, incluso lo creían tonto, pues se reunía con amigos alrededor de velas a invocar espíritus de gente muerta. Y surgen las dudas: ¿cómo un tipo débil iba a levantar a caudillos maleados y darles órdenes para derrocar una dictadura militar de 30 años?, ¿su abuelo iba a permitirle ponerse contra el gobierno que lo había hecho rico?
Cuando se proclamó la Revolución, Madero estaba en San Antonio Texas. Desde allá mandó un telegrama de la rebelión a todo el país, protegido por Estados Unidos. Estuvo cinco meses en ese país y ninguna autoridad lo detuvo a pesar de los tratados de neutralidad.
Los días 18 y 19 de noviembre de 1910, el embajador de México en Estados Unidos, Francisco León de la Barrera, envió dos comunicados al secretario de Estado norteamericano, diciéndole que estaban preparando la rebelión en su país y estaban concentrando hombres y armas para cruzar a México; y por lo mismo, tenían que arrestar a Madero, lo que gobierno estadounidense no hizo. Por lo que no fue una revolución, sino una invasión de Estados Unidos a México.
El telegrama enviado para la rebelión el 20 de noviembre fue transmitido a cientos de puntos estratégicos en México y el mundo. ¿Sabía hacer esto Francisco I. Madero? Incluso hubo barcos de Estados Unidos apuntando cañones hacia los puertos mexicanos desde el día 7 y hasta el día 14 de marzo de 1911, y esto fue lo hizo que renunciar a Díaz, no fue Madero.
Madero llegó así al poder con todo el apoyo estadounidense, pero su carácter débil, dominado por parientes, y sus medidas económicas de tipo socialista hicieron que cayera en la gracia de los norteamericanos, quienes fabricaron su derrota, así como fabricaron su triunfo.
Henry Lane Wilson, considerado el peor embajador estadounidense que ha tenido México, fue quien orquestó el derrumbamiento de Madero.
También quedan otras interrogantes con los líderes de la Revolución: Zapata, Villa y Orozco, quienes en su momento apoyaron a Madero para llegar al poder, pues Pascual Orozco era un cargador de minas, Emiliano Zapata líder de una aldea y Francisco Villa un ladrón de vacas.
Todo parece orquestado, aunque es importante señalar que Francisco I. Madero y Emiliano Zapata sí llegaron a ser realmente héroes nacionales.
Y si hubo al inicio un contrato por parte de los gringos (como es de suponerse), Villa los sobrepasó y se burló de ellos. Prueba de esto es que entró al país vecino burlándose de la vigilancia, algo nunca antes visto, pero los norteamericanos nunca se quedaron tranquilos y su venganza es tan extrema que tienen la cabeza de Villa en ese país. (Prescott Bush, quien aparte de querer la cabeza de Villa es famoso por haber financiado a los alemanes en la Segunda Guerra Mundial, fue el padre y abuelo de dos ex presidentes de Estados Unidos).
Los “estimados estadounidenses” han hecho todo por sacar a las potencias europeas del continente americano. El famoso “América para los americanos” sigue vigente y para no declarar la guerra abiertamente lo hacen por medio de revoluciones y de golpes de Estado.
Así tenemos esta lista: Panamá 1903, Nicaragua 1909, Cuba 1898, Colombia 1903, Chile 1891, entre muchos otros.
El plan de Thomas Jefferson de 500 años para apoderarse de América y el mundo, fue iniciado en 1786 al adueñarse de Florida y Cuba para controlar el mar Caribe, comprar Luisiana a los franceses; Oregon y Alaska a los rusos, y California, Texas y Arizona a México. El plan a 500 años continúa en todos los países emergentes.
Y usted querido lector (a), ¿con que versión se queda?
Información extraída del libro “Secreto 1910”, de Leopoldo Mendivil López