¡Gulp! Nuestro funeral, lo inevitable
• Para Carlos León Sánchez, un abrazo en donde se encuentre
🖋 Verónica Bracho Alburquerque *
Nadie quiere hablar de cuando dejemos este mundo, pero un día ese paso hacia la inexistencia terrenal llegará y qué mejor que ese día llegue con un acto de empatía y consideración de nuestros seres queridos hacia nosotros.
Todo el tiempo estamos tomando decisiones; incluso el hecho de no tomar una decisión es, en sí mismo, una decisión. En este constante vaivén de elecciones, creo que decidir sobre nuestro funeral es un acto que nos corresponde solo a nosotros. Es una decisión muy importante, ya que es la última que tomaremos. Por supuesto, no es sencillo ni agradable, pero es necesario tanto para nuestra familia como para nosotros mismos.
Existen muertes inesperadas y muertes esperadas, y cualquiera que sea el caso es fundamental que nuestros seres cercanos sepan qué deseamos en ese breve espacio de separación entre la vida y la muerte. Algunas acciones que podemos anticipar son:
¿Entierro o incineración? Si elegimos el entierro, ¿qué epígrafe tendrá la tumba? Si optamos por la incineración, ¿dónde se esparcirán las cenizas? Conozco el caso de unos primos que viajaron de Jalisco a Oaxaca para esparcir las cenizas de su familiar, tal como lo había solicitado al final de su enfermedad.
En caso de enfermedad terminal, ¿es la eutanasia la solución? Aunque la eutanasia no es legal en México, algunas entidades federativas cuentan con leyes de voluntad anticipada que permiten a los pacientes decidir sobre su muerte. Esto se puede llevar a cabo en Coahuila, Aguascalientes, San Luis Potosí, Michoacán, Hidalgo, Guanajuato, Guerrero, Nayarit, el Estado de México y la Ciudad de México.
El lugar de la ceremonia no tiene que ser necesariamente un velatorio. Se puede elegir un lugar tranquilo, como una playa o un bosque.
El discurso. Este es un momento crucial en el que se solicita a una persona cercana que pronuncie unas palabras de despedida. Ante la tristeza y la negación del momento, es difícil articular un mensaje, y generalmente lo termina haciendo alguien allegado a los afectados. Si se desea un discurso por parte de una persona elegida, sería conveniente que lo supiera, siempre y cuando no se adelante.
La decoración. Últimamente se opta por colocar una fotografía grande junto al ataúd. Personalmente, no me resulta agradable, pero hay gustos para todos.
Las flores. Sería hermoso que en nuestra última morada haya flores que nos gusten: tulipanes, rosas, margaritas, entre muchas otras.
La música. Para aquellos que aman la música, esto es fundamental. Recuerdo a un compañero de trabajo muy querido en la Biblioteca Central de Pachuca, Carlos León Sánchez, un hombre culto que siempre estaba dispuesto a ayudar. Al fallecer, le pidió a nuestra amiga Carmen Soto, una mujer muy solidaria y empática, que se encargara de su funeral. Ella realizó todos los trámites y cumplió su deseo de que sonara la canción “Nunca te cases con un ferrocarrilero”.
La donación de órganos. Es esencial que nuestros seres queridos sepan si deseamos donar.
El tipo de funeral. ¿Queremos que sea íntimo o que se notifique a todo el vecindario? La asistencia de personas por compromiso o curiosidad puede no ser placentera. Podría ser útil elaborar una lista de personas que queremos que asistan.
Con el cambio climático, los funerales ecológicos están ganando popularidad. Una alternativa es sembrar las cenizas en una planta o un árbol, lo que permite recordar a la persona a través de la naturaleza.
Finalmente, es crucial asegurarnos de que nuestros deseos se cumplan. Para ello, debemos recurrir a alguien de toda nuestra confianza, o incluso a un notario, para que todo se realice como lo hemos planeado.
Así que, queridos lectores, ¿están listos con papel y lápiz para planear nuestro último destino?
“No existe muerte natural: nada de lo que sucede al hombre es natural, puesto que su sola presencia cuestiona al mundo. Todos los hombres son mortales, pero para todos los hombres la muerte es un accidente y aún, si la conoce y la acepta, es una violencia indebida”: Simone de Beavoire, escritora y feminista francesa