La Navidad en las casas y en ¿los centros comerciales?
• Lo que no ha cambiado en estas compras de locura es la invitación al consumo masivo y vacío, conectándolo emocionalmente con los valores navideños
🖋 Verónica Bracho Alburquerque *
Saludos queridos lectores, estamos de fiesta y seguimos con los temas navideños, pero con otra óptica. Espero sea de su interés.
En las fiestas navideñas no solo se exalta el amor, la familia y la amistad, sino también las compras y los gastos excesivos, llegando un momento en el que no se sabe si festeja el nacimiento de Jesús, las compras o la fraternidad familiar.
Sin embargo, enfocándonos en esta ocasión en los gastos decembrinos vamos a ver los costos por clase social que genera la cena navideña, en México, claro está, que esto es solo un promedio, porque no hay que olvidar que varían las preferencias individuales, el tipo de familia, la región del país y la inflación, entre otros factores.
NAVIDAD EN LA CLASE ALTA
Las familias de clase alta suelen destinar sumas más elevadas para la cena de Navidad, optando por ingredientes gourmet, bebidas importadas y decoraciones elaboradas.
Aunque no hay datos específicos desglosados por clase social, se estima que el gasto puede superar los $10,000 pesos para reuniones familiares. Por ejemplo, para una reunión de 15 personas, el costo promedio de la cena navideña podría alcanzar aproximadamente $14,600 pesos, incluyendo alimentos y bebidas esenciales para la festividad.
NAVIDAD EN LA CLASE MEDIA
Las familias de clase media tienden a equilibrar la calidad y el costo, eligiendo menús tradicionales con ingredientes de precio moderado. Según estudios recientes, el gasto promedio para la cena de Navidad oscila entre $2,500 y $5,000 pesos. Este monto incluye platillos principales como pavo o lomo, acompañamientos, postres y bebidas.
NAVIDAD EN LA CLASE BAJA
Las familias de clase baja suelen ajustar su presupuesto para las celebraciones navideñas, optando por menús más económicos y reduciendo gastos en decoraciones y bebidas. Aunque no se dispone de datos específicos para este segmento, se estima que el gasto en la cena navideña puede ser inferior a $2,500 pesos, dependiendo del número de integrantes y las elecciones culinarias.
Ahora bien, investigaciones realizadas en este año nos indican que las familias mexicanas planeaban gastar un promedio de $3,795 pesos por persona durante la temporada navideña, lo que representaba un aumento de 20% respecto del año anterior, y de acuerdo con una investigación del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM las familias mexicanas destinan en promedio $40,482 pesos al año en celebraciones, incluyendo las fiestas decembrinas. Este monto representa aproximadamente el 18.24% del ingreso anual en hogares urbanos y puede superar el 33% en hogares rurales.
El mismo estudio de 2024 reveló diferencias regionales en el gasto navideño. Por ejemplo, en Baja California el gasto promedio por persona fue de $5,786 pesos, mientras que en Morelos fue de $2,066 pesos.
Durante las festividades decembrinas en el año 2023 en México se registró una derrama económica de aproximadamente $550 mil millones de pesos, según datos de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (Concanaco).Para las festividades de 2024, la Concanaco proyectó una derrama económica de $560 mil 800 millones de pesos, lo que implicaría un incremento del 8.6% respecto al año anterior.
Ahora, toda esta derrama económica a beneficio de las empresas transnacionales más que las nacionales, ¿de dónde proviene? ¿cómo nace esta “necesidad” de estar en tiendas y hacer gastos en muchas ocasiones superfluas?
Y aquí la historia: las compras decembrinas no siempre fueron una tradición comercial. En los siglos anteriores, la Navidad era una festividad religiosa y familiar; la gente no salía por los fuertes fríos y quedaba aislada en sus casas, lo que reflejaba un paro económico y con el origen de la mercadotecnia relacionada con las compras fue consolidándose en los siglos XIX y XX, junto con las transformaciones tecnológicas, económicas y sociales.
Con la Revolución Industrial y la producción en masas, las ciudades y los productos crecieron, hubo mejoras en el transporte: trenes, barcos. Creció el intercambio comercial y los productos que solo eran destinados para la clase alta, llegaron a la clase proletaria, y empieza a nacer la mercadotecnia navideña: Nueva York inicia con las decoraciones, las luces brillantes, las vitrinas decoradas, creando un ambiente de consumo y atrayendo con esa calidez artificial a la gente que estaba en sus hogares.
Como era de esperarse, este nuevo momento empezó a especializarse y se incorpora la querida imagen de Santa Claus, promovida masivamente por Coca Cola en la década de los años 30. Esta imagen llegó y se quedó en nuestra cultura popular y se vincula con las compras navideñas.
Tampoco puede quedar atrás la televisión y el cine hollywodense, que construyeron -y construyen- campañas de mercadotecnia navideña cada vez más elaboradas para la compra de regalos, cenas especiales y reencuentros familiares.
Actualmente, con la lucha feroz del neoliberalismo y la competencia de empresas, nos encontramos con ofertas nocturnas, el Black Friday que marca el inicio oficial de la temporada de compras navideñas.
Y lo más actual: el comercio electrónico, con eBay, Amazon, Temu, etcétera, que nos hacen llegar ese ambiente de compras, ya no solo navideñas y ya no sólo en las tiendas, sino también en la comodidad de nuestros hogares, a través de todas las plataformas sociales, con las campañas personalizadas de productos, con las promociones, los descuentos, las rebajas. Influencers y celebridades promocionando los regalos navideños. Las marcas más reconocidas sobresalen más que de costumbre ante tanta difusión.
La meta para las personas es la compra y para las empresas la meta es la venta, pero lo que no ha cambiado en estas compras de locura es la invitación al consumo masivo y vacío, conectándolo emocionalmente con los valores navideños.
Como lo mencioné en el artículo anterior, estamos atascados de cosas y momentos superficiales, pero si no es por estos momentos de uniones fraternales y de decoraciones bellas en las calles, ¿qué sería de nuestras vidas?, ¿vivir sin colores, para no jugar con la enajenación?
Finalmente, las navidades, los cumpleaños, las graduaciones, son festejos de vida, forman parte de uno mismo. Es el condimento que le damos a nuestro vivir. Es, como decía Octavio Paz, en mis palabras, encontrarnos con nosotros mismos a través de los otros.
Así que ¡viva la Navidad y viva nuestra existencia!