Columna invitada

Cómo realizar acciones extraordinarias que le permitirán lograr el éxito en la vida y en los negocios

“Infierno es llegar al final de la vida y encontrarse cara a cara con lo que uno pudo haberse convertido, pero sin haberlo logrado por falta de acción”: Camilo Cruz


David Moisés Terán Pérez *

En esta ocasión vamos a establecer que para obtener excelentes resultados en la vida y en los negocios es muy importante desarrollar las actividades, las acciones y el trabajo de una manera extraordinaria.

Todos debemos entender que los resultados que obtenemos son producto de nuestro(s) comportamiento(s) y del trabajo que realicemos; a su vez, el comportamiento es el resultado de nuestra actitud.

Por ejemplo, es de esperar que si uno hace un pobre trabajo se obtengan pobres resultados. Suena lógico ¿verdad? Empero, en la práctica la relación no es uno a uno, un pobre trabajo no produce pobres resultados. La verdad es que ese pobre trabajo no produce ningún resultado; esto significa que, si yo no hago nada, si me quejo por todo, si considero que todos me deben algo o si espero que otros hagan algo por mí, simplemente nunca alcanzaré nada.

Entonces, por realizar ese pobre trabajo lo único que se conseguirá es ser penalizado. Por ejemplo, si en la escuela se hace un pobre trabajo, no se obtiene una pobre calificación, se está incluso en riesgo de ser expulsado; igualmente, si en el trabajo hay un pobre desempeño, no se le paga un pobre salario, es absolutamente seguro que esa persona sea despedida de manera inmediata.

El siguiente nivel es dar un salto de calidad para pasar de hacer un pobre trabajo a realizar un buen trabajo. Y aquí las personas se desconciertan, porque ellas relacionan un buen trabajo con un buen salario. Y la realidad objetiva muestra que haciendo solamente un buen trabajo, a lo más que se puede aspirar es a obtener pobres resultados y, por consiguiente, un mediocre salario.

Por ejemplo, 55% de las personas que se jubilan en el mundo a los 65 años de edad, después de haber hecho un buen trabajo durante 30, 35 o 40 años de servicio laboral, terminan en peores circunstancias financieras que cuando empezaron su carrera en una organización, y con gran desconsuelo se preguntan: “¿Tanto trabajo para esto?”.

Y son esas mismas personas las que todos los días iban a laborar a lugares que no les agradaban, y realizaban actividades que realmente odiaban. Y esas mismas personas son las que se quejan de por qué en sus organizaciones nunca les dieron un ascenso, una promoción y una mejora salarial, si hicieron siempre un buen trabajo, fueron respetuosas y no se buscaron problemas (recuérdese la Historia de Juan y las Naranjas, ya vista en esta misma columna en otra ocasión). Es decir, estas personas no entienden por qué su buen trabajo no dio buenos resultados y un buen salario.

Derivado de lo expuesto, algunas personas no se conforman entonces con hacer un buen trabajo y obtener pobres resultados y un bajo sueldo; ellas están dispuestas a dar otro salto cuántico para obtener excelentes resultados y un excelente salario. Para lo cual deciden hacer un excelente trabajo. No obstante, para su sorpresa, su excelente esfuerzo solamente permite conseguir buenos resultados, lo cual resulta altamente frustrante, porque se obtienen resultados muy por debajo de sus expectativas.

Por ejemplo, la década de los años 80 del siglo pasado en todo el mundo se caracterizó porque muchas personas pusieron un excelente valor en la consecución de sus metas y de sus objetivos profesionales y laborales; esta fue la década que vio el mayor surgimiento de nuevos empresarios.

La carrera por el ser el mejor, el más rápido, el primero, se hizo más ardua que nunca y prácticamente todas estas personas pagaron el precio que esto demandaba; sin embargo, al culminar dicha década muchas de esas personas se preguntaron sumamente frustradas: “¿Es esto todo? Soy uno(a) de los(as) mejores y sólo conseguí buenos resultados en lugar de excelentes resultados. No es posible”.

Más del 80% de esas excelentes personas establecieron que, si pudieran regresar el tiempo, se dedicarían más a sus familias, a ellas mismas y a su círculo de amistades. Es decir, habían hecho un excelente trabajo en una sola área de su vida, pero habían descuidado otras, y eso les causaba enojo, frustración y molestia. Y descubrieron que los resultados no eran ni por asomo los que esas personas habían anticipado. Por lo tanto, esto nos lleva a la siguiente conclusión: Para lograr los excelentes resultados que todos deseamos obtener, no es suficiente con realizar un excelente trabajo, simplemente debemos estar dispuestos a realizar un trabajo extraordinario.

Y en realidad, el salto de un excelente trabajo a uno extraordinario ya no es muy grande, es algo relativamente pequeño; pero si estamos dispuestos a darlo, la diferencia es significativamente enorme.

Hace algunos años, en el Derby de Kentucky (una carrera de caballos de mil 500 metros) en Estados Unidos, el comentarista dijo que el caballo triunfador ganó por una nariz (convirtiendo los mil 500 metros a “narices” da un total de 150 mil narices de largo), pero la última nariz fue la más importante. En la carrera de los 100 metros libres, el hombre más veloz del mundo sólo superó al segundo por un par de centésimas de segundo. Lo que revela que el cambio de lo excelente a lo extraordinario es mínimo, pero habrá que hacerlo para lograr los excelentes resultados que se buscan.

Un estudio en ventas reveló que un 20% de los vendedores era responsable por un 80% de las ventas. Esto por sí solo no es sorprendente; lo que sí es verdaderamente asombroso es que ese mismo estudio fue más lejos y examinó el 20% más productivo de ese 20% de vendedores; es decir, el 4% más productivo de todo el grupo, y encontraron que ese 4% de vendedores ganaban en promedio 16 veces más que el otro 96% restante. Traducido en porcentaje, esos extraordinarios vendedores ganaban un 1600% más. Aquí surgen preguntas interesantes: ¿Esos vendedores son 16 veces más inteligentes que los otros? ¿O 16 veces más rápidos? ¿O 16 veces mejores vendedores que los otros? ¿O conocen 16 veces mejor su(s) productos(s)? ¡No! Lo que el estudio demostró es que esos extraordinarios vendedores eran sólo un poco mejor que los otros en ciertas áreas. Es decir, solamente un poquito mejores. Empero, ese “poquito” los hizo pasar de hacer un excelente trabajo, a uno realmente extraordinario.

Ahora, ¿por qué sucede esto? Pues porque a todas(os) nos gusta ser atendida(os) por extraordinarios vendedores. ¿Cuántas(os) de ustedes conocen extraordinarios vendedores? Porque es cierto que una vez que los hemos identificado, siempre los estamos buscando, les compramos frecuentemente, les recomendamos con nuestro círculo cercano, y si en alguna ocasión queremos comprar algo y ese(a) extraordinario(a) vendedor(a) no está disponible o era su día de descanso, ese día no compramos nada. Aunque sepamos qué es lo que deseamos adquirir, volveremos después para asegurarnos que seremos atendidos(as) por ese(a) vendedor(a); y para confirmar que por el motivo de la venta sea nuestro(a) vendedor(a) favorito(a) quien reciba la comisión. Es decir, nosotros con nuestras compras le estamos ayudando a ese vendedor a triunfar, por eso no es extraño que esos extraordinarios vendedores ganen 16 veces más.

¿Qué hemos aprendido de esta relación existente entre el trabajo que realizamos y los resultados obtenidos? Es simple, cuando tomamos la decisión de ir al último nivel, definitivamente obtendremos resultados distintos; si deseamos obtener resultados excelentes en nuestra vida laboral, familiar, espiritual, financiera, o en los negocios, no podemos hacer el común del trabajo que hacen las demás personas. Si deseamos vivir una vida de excelencia, debemos convertirnos en personas extraordinarias en nuestra manera de ser, de pensar y de actuar.

La pregunta final es: ¿Está usted dispuesta(o) a llegar a ese último nivel? Entonces, para lograrlo, deberá usted realizar un plan de acción extraordinario que lo conduzca, como decía Zig Ziglar, hacia la cumbre del éxito. ¿Quiere saber cómo desarrollarlo? En las próximas semanas aprenderá a hacerlo en solamente siete pasos. (Continuará…)

* Ingeniero Mecánico Electricista por la UNAM. Maestro en Microelectrónica por la Université Pierre et Marie Curie de París. Maestro en Alta Dirección por el IPADE. Maestro en Ciencias de la Educación por la UVM. Doctor en Educación por la UPN. Académico en la UNAM por 30 años. Director de los Centros Autorizados de Servicio (CAS) en Hewlett-Packard de México. Líder de Proyecto Eléctrico en Siemens México. Autor de seis libros publicados por Alfaomega Grupo Editor. dmtp040964@gmail.com

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