Con pies ligeros y alma profunda: la bailarina mexicana que conquista la danza hindú

• Dení Manjarrez desde pequeña incursionó en la danza, pero sentía que algo le faltaba. Esa búsqueda terminó cuando descubrió la danza de la India
🖋 Verónica Bracho Alburquerque
Exactamente hace un mes asistí en Pachuca, al teatro Guillermo Romo de Vivar, a la presentación en escena de “El loto de mil pétalos”, un recital poético con música y baile de la India en el que participaron Hellen Villegas, Yusuf Isa Cuevas y Dení Manjari.
Al no haber tenido contacto previo con la cultura india, me cautivó la novedad de su música y, sobre todo, de su danza, caracterizada por movimientos suaves, expresiones faciales marcadas, rotaciones de ojos en todas direcciones e inclinaciones y movimientos rectos del cuello.
La experiencia me dejó con muchas preguntas, lo que me llevó a buscar el apoyo del maestro Jesús Cuevas -a quien agradezco enormemente- para profundizar en este arte con la bailarina Dení Manjarrez.
Dení, originaria de la Ciudad de México y residente por varios años en Hidalgo, ya que tiene sus raíces familiares en Tepeapulco, compartió que desde pequeña incursionó en la danza, pero sentía que algo le faltaba. Esa búsqueda terminó cuando descubrió la danza de la India. Su deseo la llevó a obtener una beca y viajar a la India para estudiar a fondo este arte.

En la India existen ocho danzas clásicas que tienen una tradición importante por sus conexiones religiosas y mitológicas. Dení se inclinó por la danza Mohiniyattam, cuyo nombre se traduce en “mujer que hechiza o encanta con movimientos gráciles y sensuales” y está arraigada en la mitología hindú.
Mohiniyattam representa la sensualidad, la delicadeza y el encanto femenino. La bailarina utiliza gestos de las manos, a los que se les llama mudras, y expresiones faciales (bhava) para narrar historias que suelen ser de amor y devoción hacia Dios- Vishnu o Krishna-.
La estancia de Dení en la India tuvo, como en toda experiencia, sus ventajas y desventajas. Nos compartió que el país, conocido por sus fuertes contrastes, presenta desafíos como el acoso hacia las mujeres, una situación que se agrava para las extranjeras debido a preguntas inoportunas y acercamientos excesivos. Además, las tradiciones y modos de vida son muy distintos a los nuestros.
Sin embargo, Dení también encontró similitudes sorprendentes con México. Por ejemplo, en la India hay una gran variedad de flores, incluyendo una flor naranja muy parecida al cempasúchil, que adorna caminos y estancias. Esta conexión ha inspirado a Dení a fusionar las mantras hindúes con las historias de México, como las del maguey, creando un puente cultural a través de su arte.
A Dení la puedes contactar en Ciudad Sahagún en Xihui Espacio Cultural. Cuenta con la página de Facebook https://www.facebook.com/share/1AuSxAKwKh/_.
Agradecemos mucho la participación de Dení para este artículo, y nos leemos en 15 días. Hasta la próxima.