De receta familiar a ícono de Pachuca: pastelerías “Marika”, 50 años de tradición

• Detrás del sabor inconfundible de los pasteles “Marika”, que han endulzado la vida de generaciones de pachuqueños, se encuentra la historia de una mujer pionera y apasionada
🖋 Verónica Bracho Alburquerque
Llegué a la cita puntual a una bonita casa en las céntricas calles de Pachuca para ser recibida nada más y nada menos que por una de las iniciadoras de las pastelerías de esta ciudad. Ante mí, la señora Marika, vestida con un saco color rosa mexicano que le sentaba muy bien.
Detrás del sabor inconfundible de los pasteles “Marika”, que han endulzado la vida de generaciones de pachuqueños, se encuentra la historia de una mujer pionera y apasionada: María Elena Salazar Pérez. A sus 91 años, no solo celebra una vida plena, sino también el 50 aniversario de un negocio que nació del amor por la repostería, aprendido en el corazón de su hogar en Atotonilco el Grande.
Los inicios de esta dulce tradición se remontan a su infancia, cuando observaba a su madre crear pasteles que unían a la familia. Fue de ella de quien heredó el arte y la sazón que se convertirían en su legado.
Aunque su camino profesional la llevó primero a la docencia como educadora y maestra de tejido y bordado en Atotonilco, tras estudiar la secundaria en el ICLA (hoy parte de la UAEH) en Pachuca, su verdadera vocación la esperaba.
A los 25 años se casó con Enrique Martínez y se fueron a radicar a la Ciudad de México, donde sus postres comenzaron a ganar fama entre amigos y familiares. Más tarde cambiaron de residencia a Guadalajara, donde incorporó los tradicionales pastes hidalguenses en los cines, una novedad que fue recibida con éxito.
El regreso a Pachuca en la década de los setenta marcaría el inicio de su leyenda. En 1973, sus creaciones ya se servían en lugares emblemáticos del centro de la ciudad, como los restaurantes Ciros y Chips junto al Reloj Monumental, el Club Rotario y la popular cafetería Rivs en los portales. Y en 1976 inauguró su primera pastelería en la calle Felipe Ángeles.
La señora María Elena, o “Marika”, como la llamaba cariñosamente su madre, recuerda con claridad sus primeros grandes pedidos: un imponente pastel de bodas y una orden de 500 choux para la Preparatoria 1. Su apodo, que en la infancia le provocaba enojos por las bromas de sus primos, se convirtió con el tiempo en una marca de prestigio y calidad.
Su compromiso con la comunidad también fue notable, colaborando de la mano con el DIF estatal en las muestras de postres que ofrecía a cientos de personas durante las administraciones de esposas de exgobernadores, como Alejandra Mora, Guadalupe Ortega y María Elena Sañudo.
Hoy, el legado de “Marika” continúa bajo la dirección de sus hijos: María Guadalupe, María Eugenia, Roberto Enrique y Laura Elena, quienes administran las cuatro sucursales que mantienen viva la tradición.
Las especialidades de la casa: el pastel de tres leches, la inigualable crema pastelera, el pastel de rompope especial, las roscas y el clásico de Turín son solo una muestra de su extensa repostería.
UN RECUERDO PERSONAL
Quien escribe estas líneas recuerda con cariño los eventos en la Biblioteca Central del Estado. Tras las presentaciones de libros y conferencias, era una grata coincidencia que las charolas no circularan lo suficiente entre los invitados, permitiendo que los bibliotecarios disfrutáramos de esas delicias que quedaban.
A sus 91 años, y con 50 años de historia que cumple el próximo año, pastelerías “Marika” no son solo un negocio, sino un pilar en la memoria colectiva de Pachuca. Un ejemplo de trabajo, sabor y tradición que, esperemos, cumpla muchos años más.
Las sucursales del sabor:
- Calle Felipe Ángeles #602, colonia Periodistas.
- Calle Carrillo Puerto #700, colonia Morelos.
- Calle Álamo Dorado #109, colonia Villas del Álamo.
- Calle Citlalli #206, fraccionamiento Santa Patricia, colonia Tulipanes.
Con el antojo por escribir de pasteles y postres, en un rato más iré por un rico choux con “Marika”. ¡Hasta pronto!