El barrio de La Surtidora y sus chalupas, tradición pachuqueña

• En la entrada del mercado funcionó un lugar especial que hace poco tiempo fue vendido por la señora Leticia Maqueda, cuarta generación de los iniciadores de la chulapería
🖋 Raúl Alburquerque Fragoso
Tengo un hermano que por cuestiones de trabajo ha tenido la necesidad de vivir en diferentes estados de la república desde que terminó sus estudios de la universidad, y aunque sus hijos nacieron en Pachuca, la mayor parte de su vida la han disfrutado en diferentes lugares a los que afortunadamente se han adaptado de manera muy placentera en la mayoría de los ámbitos de la vida diaria, como son la educación, la gastronomía, la diversión, el entono en sí.
Pero hay algo que nunca han podido hacer a un lado, que extrañan verdaderamente y que los hace regresar a esta ciudad periódicamente con el fin de disfrutarlas: las chalupas, que para los que vivimos en esta capital resultan algo tan cotidiano porque podemos encontrarlas en cualquiera de los cientos, quizás miles de puestos callejeros y en muchos restaurantes y famosas chulaperías que afortunadamente existen desde hace muchos años y se han convertido indudablemente en patrimonio cultural de nuestra metrópoli, pero que prácticamente no podemos encontrar en otros estados que cuentan igualmente con una rica gastronomía, pero no con nuestras chalupas.
Hay un lugar en especial que cuenta con una rica historia en la preparación de las chalupas. Se ubicó en la entrada del mercado del barrio de La Surtidora hasta hace muy poco tiempo, cuando tuvo que cerrar sus puertas debido a que la señora Leticia Maqueda, cuarta generación de los iniciadores de la chulapería, decidió continuar con el tradicional negocio en un local ubicado en el mismo barrio, heredando el sabor y dedicación de sus ancestros.
Fue por 1945 cuando su bisabuela, la señora María Dimas, inició con el puesto, al cual acudían muchos de los habitantes de la zona, en su mayoría mineros que al finalizar su jornada y regresar a descansar luego de subir las dos pendientes que los llevaban al barrio hacían escala para disfrutar de esos gratos momentos al sabor de unas riquísimas chalupas o pambazos.
Posteriormente, la abuela, la señora Eufrosina Hernández, continuó por muchos años con la tradición para que más adelante su madre, la señora María de Jesús Hernández, mejor conocida como Lolita, continuara con el legado, hasta que finalmente la señora Leticia, quizás por el peso de la nostalgia, decidiera iniciar nuevamente el camino y la tradición.
¿Pero cómo fueron evolucionando hasta llegar a lo que son hoy? Aun cuando la receta conserva los ingredientes básicos, como son la tortilla, papa, salsa y queso, en el inicio la carne que llevaban era de res y por muchos años así se mantuvo, hasta que debido a su dureza fue cambiada por una carne más blanda, pollo, sin utilizar la olla exprés en ningún momento para conservar el sabor inigualable de la hechura a mano.
En sus tiempos de esplendor inclusive eran contratadas para elaborarlas en fiestas y reuniones de las familias más conocidas de la ciudad.
Nacieron en un barrio bravo como era conocido por aquellos años y lo han acompañado en su transformación como uno de los pocos negocios originales que han subsistido al paso de los años.
Como anécdota, la señora Leticia recuerda que en alguna época la Tintorería del Norte, cuyo dueño era el padre del actual gobernador, Julio Menchaca Salazar, ofrecía a sus empleados la cena con chalupas los días sábados después de que les pagaran su sueldo semanal.
El establecimiento de alcohólicos anónimos cercano solicitaba también su pedido el fin de semana en punto de las 10 de la noche y, en tiempos en que la televisión apenas existía en algunas casas, los encuentros de futbol y las peleas de box eran seguidas a través de la radio teniendo como bocadillo para la velada órdenes de chalupas y pambazos.
Desafortunadamente el lugar que ocupaban y que nunca tuvo nombre, pero sí gran fama, fue vendido, acabando con una tradición de más de 70 años, aun cuando quienes queremos gozar del sabor tradicional y pasar un agradable momento en medio de las remembranzas de una época pasada y bella podemos acudir al barrio de La Surtidora y seguir gozando de una tradición muy pachuqueña.