Columna invitada

El cerebro: un órgano social

• “El miedo, usado por los malos políticos como control social”: D. P.


Verónica Bracho Alburquerque *

En fechas recientes vi una entrevista en YouTube con Facundo Manes (un neurólogo, escritor y neuro-científico argentino), y fue tan interesante lo que platicó, que lo comparto en este artículo.

Este investigador nos expone que el ser humano es un ser totalmente emocional, incluso más que racional, y la explicación está en que es imposible vivir en modo racional, porque el cerebro se desgastaría mucho por el exceso de trabajo que esto provocaría; por lo tanto, este órgano busca un equilibrio entre los dos campos. Las emociones que experimenta una persona son muy variadas y las divide en primarias y secundarias:

Las emociones primarias son el miedo, la ira, la sorpresa, el asco, la alegría. Son parte de uno mismo.

Las emociones secundarias: Son la vergüenza, la culpa, el orgullo, y son generadas por el grupo social en el que nos desenvolvemos.

Las emociones dan color al estado mental; y la emoción más importante que poseemos es: El miedo (el miedo al rechazo, el miedo al fracaso, el miedo al ridículo, y el miedo al éxito); y por el miedo, posponemos las acciones, incluso las que podrían ser buenas para nuestra vida, y que no se realizan por el mismo miedo al cambio y/o a lo desconocido. Priorizamos el peligro por la subsistencia, detectar el peligro, significa sobrevivir. Es por eso que las noticias lo utilizan, al igual que los malos políticos, que lo usan como control social. Un muy claro ejemplo lo tenemos en este país, con los grupos políticos que no están en el poder, y la única forma que tienen para derrocar al gobierno actual, es el uso de la mentira y del miedo.

Todos los seres humanos (y lo desconocemos, porque no hablamos de nuestros sentimientos más íntimos), tenemos pensamientos tóxicos y fatalistas; pensamientos reciclados que nos provocan ansiedad, y esto, no es una rareza, es parte también del cerebro, y una las maneras de evitar que nos dañen, es haciendo caso omiso de ellos, hay que dejarlos pasar como si fueran nubes, ver ese pensamiento, y no darle importancia ni energía, dejarlo fluir y éste se esfumará. Recordar que la manera que pensamos es la manera en que sentimos.

Pero regresando al miedo, una antítesis de él, es la felicidad; y para ello, hay que entrenar al cerebro, haciendo de este órgano un cerebro atento, feliz y productivo. La meditación es un auxiliar en ello, pues nos hace disfrutar el presente sin juzgar y a plenitud. Entrenando el cerebro se puede alcanzar la felicidad. Manes nos da una definición sencilla y a la vez muy compleja de lo que es la felicidad y lo define como: “La ausencia de miedo”. El ser humano evolutivamente no está preparado para ser feliz; lo está para sobrevivir, por lo que es necesario aprender a trabajar con dos elementos importantes: El amor y la felicidad. Por ello es tan importante estudiar cómo trabaja el cerebro, mientras más se conoce este maravilloso órgano, mejor se esgrimen las emociones y tendremos como resultado una vida de calidad.

Las personas al ser seres emocionales y sociales, no pueden vivir en soledad, es dañino estar solo, se tienen que contrarrestar los estados de aislamiento trabajando en equipo, cooperando en acciones de bien común, llevando una vida social activa. La misma música se dice fue creada para movernos juntos. La longevidad, se da como resultado de la interacción y de la conexión social. Se requiere de vínculos humanos profundos de calidad. La soledad mata, y es el factor de mortalidad más importante que la propia obesidad y/o el alcoholismo; y se desconoce a tal grado este conocimiento, que nunca se escucha que un médico en una consulta pregunte: “¿Cuantos vínculos humanos tiene?”

El cerebro, si se quiere definir, nos dice Manes, podría decirse que es un órgano social, pero desafortunadamente con los estilos de vida actuales cada vez más solitarios, y con la pandemia que vivimos, la gente se siente sola. En los Estados Unidos, con todo su desarrollo tecnológico, el 40% de la población se siente sola, y esto ocurre también en los países donde los climas son extremos como es el caso de Europa, en los que hay un elevado número de suicidios por los fríos inviernos.

Así como el cerebro transmite su necesidad de tomar agua o alimentos; ante la soledad, se coloca en modo de auto-preservación para resistir su estado anímico.

Cuenta la historia que hace 40 mil años, un grupo de personas vieron una sombra, y no se distinguía si era la sombra de un león o una rama. Si se quedaban a investigar y era un león, corrían el riesgo de morir, así que decidieron correr, aunque posiblemente era una rama. Lo importante fue sobrevivir, y no lo fue el conocer la verdad. Sólo dos cosas se valoran y se sobreponen a la verdad: el sobrevivir y el pertenecer a un grupo social, y después viene la verdad.

Ese es el orden de importancia. Interesante y enriquecedoras las enseñanzas de este investigador argentino. Y usted, ¿con que se queda?

Referencia: https://youtu.be/25ZPOpz4wv0

* Socióloga y M.C.E.

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