Columna invitadaSociedad

La muerte

Conmemoremos a los muertos con nuestras bellas tradiciones


Verónica Bracho Alburquerque *

El tema de la muerte a todos nos inquieta y se ha escrito muchísimo sobre ello. Hoy seleccioné algunos fragmentos de poesía, mis favoritos. Espero coincidamos:

¿Con qué he de irme?

¿Nada dejaré en pos de mi sobre la tierra?

¿Cómo ha de actuar mi corazón?

¿Acaso en vano venimos a vivir, a brotar sobre la tierra?

Dejemos al menos flores.

Dejemos al menos cantos.

Nezahualcóyotl

La muerte toma siempre la forma de la alcoba

que nos contiene. Es cóncava y oscura y tibia y silenciosa,

se pliega en las cortinas en que anida la sombra,

es dura en el espejo y tensa y congelada,

profunda en las almohadas y, en las sábanas, blanca.

Xavier Villaurrutia

Te echamos tierra ayer.

Quedaste en la tierra ayer.

Estás rodeado de tierra

desde ayer.

Arriba y abajo y a los lados

por tus pies y por tu cabeza

está la tierra desde ayer.

Te metimos en la tierra,

te tapamos con tierra ayer.

Perteneces a la tierra

desde ayer.

Ayer te enterramos

en la tierra, ayer.

Jaime Sabines

Si la muerte pisa mi huerto

¿Quién firmará que he muerto

de muerte natural?

¿Quién lo voceará en mi pueblo?

¿Quién pondrá un lazo negro

al entreabierto portal?

¿Quién cuidará de mi perro?

¿Quién pagará mi entierro

y una cruz de metal?

¿Quién me hablará ente sollozos?

¿Quién besará mis ojos

para darles la luz?

Joan Manuel Serrat

Y no puede faltar el maestro Octavio Paz con sus valiosos ensayos sobre la idiosincrasia mexicana, y en específico sobre la muerte (aquí, tres de lo más representativo del tema):

Si la muerte nos traiciona y morimos de mala manera, todos se lamentan: Hay que morir como se vive. La muerte es intransferible, como la vida. Si no morimos como vivimos, es porque realmente no fue nuestra vida que vivimos: no nos pertenecía como no nos pertenece la mala suerte que nos mata. ¡Dime cómo mueres y te diré quién eres!”

“Para el habitante de Nueva York, de París o de Londres; la muerte es una palabra que jamás se pronuncia porque quema los labios. El mexicano, en cambio, la frecuenta, la burla, la acaricia; duerme con ella, la festeja, es uno de sus juguetes favoritos y su amor más permanente. Cierto, en su actitud hay quizá tanto miedo como en la de los otros; más al menos no se esconde ni la esconde; la contempla cara a cara con paciencia, desdén o ironía”.

“¿La vida, cuándo fue de veras nuestra?, ¿cuándo somos de veras lo que somos?,[   ], para que pueda ser, he de ser otro; salir de mí, buscarme entre los otros, los otros que no son si yo no existo, los otros que me dan plena existencia; no soy, no hay yo, siempre somos nosotros, la vida es otra, siempre allá, más lejos, fuera de ti, de mí, siempre horizonte; vida que nos desvive y enajena, que nos inventa un rostro y lo desgasta, hambre de ser; oh muerte, pan de todos.“

Y cierro con “broche de oro” con otro verso del gran chiapaneco Jaime Sabines:

Qué costumbre tan salvaje

¡Qué costumbre tan salvaje esta de enterrar a los muertos!, ¡de matarlos, de aniquilarlos, de borrarlos de la tierra!

Es tratarlos alevosamente, es negarles la posibilidad de revivir.

Yo siempre estoy esperando a que los muertos se levanten, que rompan el ataúd y digan alegremente: ¿Por qué lloras?

Por eso me sobrecoge el entierro. Aseguran las tapas de la caja, la introducen, le ponen lajas encima, y luego tierra, tras, tras, tras,

paletada tras paletada, terrones, polvo, piedras, apisonando, amacizando, ahí te quedas, de aquí ya no sales.

Me dan risa, luego, las coronas, las flores, el llanto, los besos derramados. Es una burla: ¿Para qué lo enterraron?,

¿por qué no lo dejaron fuera hasta secarse, hasta que nos hablaran sus huesos de su muerte?

¿O por qué no quemarlo, o darlo a los animales, o tirarlo a un río?

Habría que tener una casa de reposo para los muertos, ventilada, limpia, con música y con agua corriente.

Lo menos dos o tres, cada día, se levantarían a vivir.

Conmemoremos a los muertos con nuestras bellas tradiciones. ¡Hasta la próxima!

Referencias

Paz, Octavio. El Laberinto de la Soledad.

Paz, Octavio. Piedra de Sol.

Sabines, Jaime. La muerte del Coronel Sabines.

Sabines, Jaime. Que costumbre tan salvaje.

Serrat, Joan Manuel. Si la muerte pisa mi huerto.

Netzahualcóyotl ¿Con qué he de irme?

Villaurrutia Xavier. Nocturno de la alcoba.

* Socióloga y M.C.E.

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