Columna invitada

Las diferencias educativas entre las culturas oriental y occidental en el siglo XXI (parte 1)

Trescientos sesenta días al año levántese antes del amanecer, y la prosperidad de su familia llegará a ver”: proverbio chino


David Moisés Terán Pérez *

Estimadas(os) lectoras(es) de esta columna invitada semanal. Buenos días. Le deseo a ustedes en esta singular ocasión ¡un extraordinario, productivo, genial y extraordinario inicio de año nuevo 2023! Hoy, iniciamos tanto un nuevo año, como una nueva saga, en la que analizaremos y compararemos las diferencias en la educación y en la mística de trabajo de la sociedad oriental y de la occidental; no con el afán de ver cuál es mejor; sino desde una perspectiva de éxito, de realización, de compromiso, de actitudes, de aptitudes, de disciplina, de responsabilidad y de resultados. Pero, ¿por qué analizar este tema? La respuesta es relativamente simple: Porque no es sorprendente que a lo largo de la Historia, las personas que han cultivado arroz, siempre han trabajado muchas más horas que cualquier otra clase de agricultor (trigo, frijol, o maíz). En promedio, los agricultores de arroz en China, trabajan alrededor de 9 horas diarias por 360 días; lo que da un total de: ¡3 240 horas al año! Quizá, este último dato parezca un poco singular, porque la mayoría de nosotros, tenemos la idea de que en el “mundo pre-moderno”, toda la gente trabajaba hasta quedar exhausta. Empero, esta hipótesis es total y absolutamente falsa. Empero, todos descendemos de cazadores-recolectores, y según todos los indicios, llevaban una vida nada ajetreada.

Por ejemplo, como lo establece Gladwell (2020), los bosquimanos de la tribu ¡kung del desierto de Botsuana en el África meridional —uno de los últimos vestigios de la vida pre-civilizada—, subsisten a base de un rico surtido de frutas, de bayas y de raíces (particularmente el mongongo, un fruto seco, increíblemente abundante, y rico en proteínas que se obtiene sin más esfuerzo que el necesario para recogerlo del suelo). Esta tribu nunca ha cultivado la tierra; y es que la agricultura —barbecho, siembra, escarda, cosecha, almacenamiento, distribución, etcétera—, es una ocupación sumamente laboriosa; y tampoco crían ganado u otra especie animal para su consumo. Muy ocasionalmente los varones ¡kung, cazan, pero principalmente, como actividad recreativa y ritual. De lo anterior, se desprende que ni las mujeres ni los hombres ¡kung, trabajan más de doce a veinte horas a la semana. Dedican mucho tiempo al baile, al ocio y a las relaciones sociales con la familia y los demás integrantes de la tribu.

Y, como mucho, trabajarán unas 1 000 horas al año. En alguna ocasión, se le pregunto a un integrante de esta tribu, por qué su pueblo nunca se ha dedicado a la agricultura; y este nativo miró asombrado a su interlocutor y le respondió: “¿Para qué?, habiendo tanto mongongo esparcido en el suelo”. Otro ejemplo, considérese la vida de un campesino europeo en el siglo VIII. En aquel tiempo, hombres y mujeres, probablemente, trabajaban del alba al mediodía (unas seis horas), unos doscientos días al año, lo que equivalía a unas 1 200 horas al año de trabajo anual. En la época de cosecha o de siembra, la jornada podía alargarse; sin embargo, en invierno la labor era mucho más corta por las cuestiones climáticas. Es decir, la vida del campesinado en Francia hasta bien entrado el siglo XIX, se componía de episodios esencialmente breves de trabajo, seguidos de largos periodos de ociosidad. “El 99% de toda la actividad humana descrita en las narraciones de la vida rural francesa, ésta se desarrollaba entre el inicio de la primavera y el final del otoño. En los Pirineos y en los Alpes, pueblos enteros hibernaban básicamente desde las primeras caídas de nieve en noviembre, hasta Abril” (Robb, 2008; p. 214).

Un campesino del sur de la China, en cambio, no hibernaba. En la estación seca de noviembre a febrero, se buscaba ocupaciones diferentes a las agrícolas. Y, por ejemplo, trenzaba cestas y/o sombreros de bambú, y los vendía en los mercados locales. También, reparaba los diques de su arrozal y reconstruía su choza de adobe. Enviaba a sus hijos a trabajar con sus parientes en alguna localidad cercana. Cocinaba tofu y pastelillos de soja. Igualmente, cazaba serpientes —consideradas un manjar—, y atrapaba insectos para completar su alimentación. Cuando llegaba la primavera volvía a trabajar en su arrozal desde el amanecer, ya que el mantenimiento de un arrozal, exige entre diez y veinte veces más mano de obra, que un trigal o un maizal de tamaño equivalente. Pero lo más importante para el agricultor chino de arrozales: Todo su trabajo es autónomo, y lo que recibe de su cosecha es totalmente para él y su familia (Gladwell, 2020).

Pero el trabajo duro y con empeño de los asiáticos, no se queda en los arrozales; por ejemplo, si usted visita un campus universitario, y tanto los estudiantes como los docentes, le dirán a usted que los alumnos de origen oriental, tiene la fama de quedarse estudiando en la biblioteca mucho tiempo después de que los demás estudiantes de origen distinto, ya se han marchado. Ya que esa mística del esfuerzo y del trabajo la traen desde su cultura.

Hasta aquí, en el análisis de los aspectos importantes de la cultura oriental versus la cultura occidental. La próxima semana entraremos en más detalles acerca de este interesante, y controversial tema. Espero le esté agradando la temática. Gracias. (Continuará…)

Referencias:

Gladwell, Malcolm. (2020). Fueras de serie. Porqué unas personas tiene éxito, y otras no. México: Debolsillo/Penguin Random House Grupo Editorial, 9a reimp.

Robb, Graham. (2008). The Discovery of France. USA: W. W. Norton & Company.

* Ingeniero Mecánico Electricista por la UNAM. Especialidad en Habilidades Docentes por la UNITEC. Maestro en Microelectrónica por la Université Pierre et Marie Curie de París. Maestro en Alta Dirección por el IPADE. Maestro en Ciencias de la Educación por la UVM. Doctor en Educación por la UPN. Académico en la UNAM por 30 años. Director de los Centros Autorizados de Servicio (CAS) en Hewlett-Packard de México. Líder de Proyecto Eléctrico en Siemens México. Autor de siete libros publicados por Alfaomega Grupo Editor. Dos títulos más en la Editorial Umbral. Además de ser conferencista nacional e internacional. Actualmente, es el CEO del Centro Evaluador en Competencias Laborales “Liderazgo en Certificación”, LICERT S.A.S. de C.V., avalado por el CONOCER y la SEP, con URL www.licert.mx. Correo electrónico: dmtp040964@gmail.com.

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