Columna invitada

Los modelos educativos representativos en el mundo: Modelo de Investigación-Acción y Modelo Basado en Competencias (parte 5)

“Pocas veces pensamos en lo que tenemos, pero siempre en lo que nos falta”: Arthur Schopenhauer


David Moisés Terán Pérez *

Nuevamente es un verdadero placer saludarles. En seguimiento a nuestro tema, hoy continuaremos conociendo las características del Modelo Basado en Competencias.

El enfoque por competencias se instauró y se afirmó en Australia, en donde se conoció como el enfoque holístico por competencias. En Australia, el enfoque por competencias fue introducido en el campo educativo en la década de 1990, promovido fuertemente por el sector industrial y gubernamental. Al inicio fue adoptado mediante el sistema NVQ británico (NVQ: National Council of Qualification), que de inmediato suscitó perplejidad entre los educadores australianos, que acusaron dicho enfoque de ser fuertemente prescriptivo, determinado por las normas industriales y con poco valor educativo.

Para subsanar los vacíos observados, los investigadores educativos australianos propusieron su propia visión del enfoque, e integraron dos concepciones de competencias en una sola; así dicha “concepción holística”, que consiste en la combinación de los atributos genéricos; es decir, las características psicológicas del individuo, con las habilidades laborales requeridas en una situación laboral.

Según Gonczi y sus colegas australianos, la competencia es un concepto relacional, que vincula los diferentes atributos y tareas, dentro de una estructura conceptual unificante. Por lo tanto, la persona competente es “aquella que posee atributos (conocimientos, habilidades, destrezas, actitudes y valores), necesarios para el desempeño de un trabajo según la norma (estándar) apropiada” (Gonczi, 1997, p. 3). A diferencia del enfoque estadounidense, donde las características personales fueron deducidas de una función específica laboral mediante el método de análisis funcional.

En el enfoque australiano, estos atributos son desprendidos totalmente de la función laboral concreta, y adquieren la característica de prerrequisito genérico para cualquier función laboral. En la práctica, la concepción australiana de competencia, ha invertido el orden del enfoque analítico-funcional, y ha dado la precedencia a las cualidades psicológicas respecto a las funciones laborales.

Lo que corroboró a la introducción del concepto competencia básica o competencia clave (entendiéndola como capacidad), prerrequisito para la ejecución eficiente de cualquier tipo de trabajo. La así llamada concepción holística de competencia, se ha propagado geográficamente a nivel internacional, gracias al documento: “Definición y selección de competencia clave”, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE, 2001).

Asimismo, esta concepción ha facilitado la extensión desde el nivel de educación básica, hasta el nivel de la educación superior. Para formular el concepto holístico de la competencia, los autores australianos utilizaron la idea de competencia elaborada por el grupo de McBer Company. Pero mientras la idea de McClelland se limitaba al campo de la gestión del factor humano en una organización, los autores australianos la trasladaron al campo educativo, y la propusieron en términos de los resultados del aprendizaje, donde la interrelación de las capacidades psicológicas internas con las destrezas y habilidades externas devienen en una competencia, cuando todas ellas son alineadas con el desempeño efectivo de unas funciones laborales concretas.

Estamos en esta segunda década del siglo XXI, en medio de una revolución de habilidades y de competencias. La tecnología (digitalización y automatización) está transformando las organizaciones; mientras la necesidad de habilidades, de competencias, de actitudes, de conocimientos y de valores, va cambiando rápidamente, las organizaciones no pueden encontrar el talento que necesitan derivado de esos cambios, porque las personas no han actualizado esas capacidades para este nuevo paradigma laboral. Es por esto que, para poder ingresar al mercado laboral, las compañías hacen varias pruebas, como lo son: Las entrevistas, las evaluaciones, y ciertos exámenes, para poder medir las habilidades, los conocimientos, las competencias, las actitudes y los valores de sus prospectos.

Las personas con las habilidades, los conocimientos, las competencias, las destrezas y los valores requeridas(os) que sean capaces de aprender día a día y de adaptarse continuamente a los cambios, son quienes lograrán un desarrollo laboral significativo; mientras que aquellos con habilidades y conocimientos comunes percibirán salarios estancados, así como inseguridad en su futuro laboral.

El mundo laboral en la actualidad exige mucho más que un título universitario. Se acabaron los tiempos en que el asistir a una universidad muy acreditada era una garantía para conquistar un buen empleo y/o una buena posición profesional.

Hoy se necesita mucho más: se requiere experiencia, el conocimiento de otros idiomas, el manejo de las tecnologías de la información y de las comunicaciones (TIC), así como de otras competencias adicionales. (Continuará…)

Referencias:

Gonczi, A. (1997). Enfoque de la educación basada en competencia: La experiencia australiana. Revista La Academia.

OCDE. (2001). Education policy analysis. OECD Publishing, París. Recuperado de: http://dx.doi.org/10.1787/epa-2001-en (Consultado en Noviembre del 2021).

* Ingeniero Mecánico Electricista por la UNAM. Maestro en Microelectrónica por la Université Pierre et Marie Curie de París. Maestro en Alta Dirección por el IPADE. Maestro en Ciencias de la Educación por la UVM. Doctor en Educación por la UPN. Académico en la UNAM por 30 años. Director de los Centros Autorizados de Servicio (CAS) en Hewlett-Packard de México. Líder de Proyecto Eléctrico en Siemens México. Autor de seis libros publicados por Alfaomega Grupo Editor. dmtp040964@gmail.com

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