Los tres cerebros (parte 1)

• Dedicado a mi amigo Pepe Ortega hasta Tijuana, Baja California, quien posee un gran corazón y un gran cerebro
Verónica Bracho Alburquerque *
Ya sumamente feliz por iniciar el mes de diciembre, con las reuniones de fin de año y claro, sin olvidar los protocolos de cuidado contra la Covid-19.
Hoy dedicaré el artículo a un órgano muy importante (o el más importante) de nosotros los humanos: el cerebro, cuya función es imprescindible para el desarrollo integral, y que siendo tan importante sabemos muy poco de él.
Por ello inicio con esta pregunta: ¿Sabe usted cuántos cerebros tenemos? La respuesta no es uno, como nos lo han enseñado por años en la escuela. La idea de que el único cerebro es el que está dentro del cráneo es anticuada.
Se tienen al menos tres cerebros, entendiendo por tales toda una estructura con redes neuronales capaces de llevar a cabo una serie de procesos de coordinación a nivel del organismo.
El corazón tiene por lo menos 40 mil neuronas. El tubo digestivo, con cerca de 500 millones, controla los procesos cerebrales y tiene relación con enfermedades de corte neurológico, y resulta enormemente dañado por situaciones de estrés emocional.
Así que son tres sistemas íntimamente coordinados y, de esta triada, si uno de ellos se “independiza” y no trabajan coordinadamente, aparecen las enfermedades.
La expresión “siento mariposas en el estómago”, que como diría Walter Riso de manera jocosa, no son mariposas, son murciélagos, no resulta ser una frase suelta, pues relaciona la emoción de la etapa del enamoramiento con el aparato digestivo.
Según estudios científicos recientes, el aparato digestivo influye en nuestro estado de ánimo, carácter y hasta en el ritmo de sueño, así como también produce la serotonina, una de las principales hormonas de la serenidad y la calma (90% se produce en el tubo digestivo, por esta razón la comida sacia estados de nerviosismo y/o de intranquilidad).
Una flora intestinal alterada crónicamente por diversos motivos puede ser la causa de varias enfermedades, como alergias, diarreas, jaquecas y colon irritable, entre otras. Una solución ante ello es reprogramar nuestros comportamientos basados en la ansiedad y desarrollar un sentido de totalidad e integración, manteniendo el diálogo con el tubo digestivo.
En cuanto al cerebro-corazón, sus funciones son filtrar la información, aprender, recordar y tomar decisiones independientemente al cerebro craneal; también el conectar el cerebro cardiaco con el cerebro craneal. Las señales que el corazón envía constantemente al cerebro influyen en las funciones de los centros más importantes del cerebro craneal (procesos emocionales, perceptivos y de conocimiento), se considera el asiento inconsciente (inteligencia emocional). Los patrones rítmicos de los latidos del corazón también cambian significativamente mientras se experimentan diferentes emociones.
Los sentimientos negativos (ira, frustración, enojo, molestia, intolerancia, etcétera) están relacionados con un errático, desordenado e incoherente patrón en el ritmo cardiaco. La Universidad de Harvard ha demostrado que entre 60% y 90% de las consultas médicas generales en el mundo occidental son por emociones tóxicas (amargura, frustración, resentimiento, ira), pues generamos mucho cortisol.
Los sentimientos positivos (amor, aprecio, felicidad, ecuanimidad, etcétera) están asociados con un suave y ordenado patrón en la actividad del ritmo cardiaco.
El campo magnético del corazón es el más potente de todos los órganos del cuerpo, cinco mil veces más intenso que el del cerebro. El campo electromagnético del corazón se ordena con las emociones positivas y entra en caos con las emociones negativas: “Los que nos rodean reciben la información energética contenida en nuestro corazón”.
El corazón tiene un cerebro que nos conecta con la bondad, la generosidad, la fraternidad, la compasión y el amor incondicional. La inteligencia del corazón comunica una especie de inteligencia superior al córtex cerebral, y si éste está lo suficientemente desarrollado, nos abre a una nueva percepción. Esta inteligencia superior da lugar a la creatividad y a la intuición. Cuando se utiliza el cerebro del corazón se crea un estado de coherencia biológica y todo se armoniza. Así que ya sabemos, estimados lectores, si queremos vivir una vida sana y feliz, escuchemos a nuestro estómago, corazón y cerebro a la vez. (Continuará…)
Referencias: