Columna invitada

El desempleo tecnológico en el siglo XXI (parte 1)

“Lo único que interfiere en mi aprendizaje, es mi formación”: Albert Einstein


David Moisés Terán Pérez *

El desempleo tecnológico es un complejo fenómeno del actual sistema monetario y del mercado en su estado actual, y que se da cuando los avances en las tecnologías de la producción y de los servicios se introducen en las organizaciones; por lo general, traducida en maquinaria automatizada, con su alto rendimiento inherente; así como un muy bajo costo a largo plazo (a través de la amortización), en comparación con los trabajadores humanos. Por otra parte, la ventaja diferencial de las formas de producción automatizadas, se deben a la reducción de costos vinculado a pensiones, incapacidades médicas, vacaciones pagadas, seguridad social; así como a la capacidad de extender la jornada de producción de turnos limitados, a una jornada completa interrumpida sólo para el mantenimiento preventivo o correctivo de la maquinaria, cuando deba realizarse.

También este desempleo tecnológico está asociado a la necesidad estructural de cualquier empresa, de competir con los demás productos reduciendo el costo de producción al mínimo posible; y de mantener una alta calidad del mismo, para poder producir el producto más barato y de mayor calidad, haciendo posible que sea altamente competitivo en su nicho de mercado. De modo que las empresas que pueden permitírselo, para mantener su competitividad en el mercado global, adquieren sistemas automatizados para competir con los trabajadores humanos de otras empresas, y/o para tener ventaja competitiva, ventaja comparativa y ventaja competitiva tecnológica, frente a una maquinaria automatizada menos efectiva.

Por lo tanto, la automatización de tareas es una manera de producir bienes de manera efectiva, rápida, y relativamente barata para los empresarios que pueden hacerlo. Pero esto conlleva, a la reducción en el poder adquisitivo de los estratos sociales, y en definitiva, dando lugar al desempleo tecnológico. Con esto, las clases altas, adquieren los sistemas automatizados, y reciben el beneficio monetario de ello, con la ayuda de cada vez menos trabajadores. Como consecuencia, aumentan sus beneficios; mientras que las clases media y baja, irremediablemente pierden dichos beneficios. Por otro lado, las empresas que no pueden permitirse adquirir esta tecnología automatizada de última generación, deciden alguna de las siguientes opciones: Recortar personal, reducir el sueldo de los trabajadores, reducir su jornada y aumentar su productividad, y/o aumentar la jornada con el mismo salario, para poder reducir costos operativos y poder fabricar un producto más barato.

De este modo, tratan de competir y sobrevivir en el mercado. Y, aunque es cierto que la tecnología “desaloja” los campos y traslada a la gente al área de los servicios (y se crean nuevos puestos de trabajo que requieren más preparación), el número de puestos de trabajo que se crea es inferior al número de puestos de trabajo que se destruye por la automatización. Y si se crea, mayoritariamente, es empleo precario, a tiempo parcial y/o poco remunerado.

También se dice que el desempleo provocado por las máquinas es sólo temporal, pues la mecanización lleva a un descenso de los costos de producción lo cual, debido a la competencia, lleva a un descenso de los precios y a un aumento en el consumo. Este aumento del consumo hace necesario contratar a más trabajadores en la industria y en los servicios, lo que aparentemente anula el desempleo tecnológico y permite a la población disfrutar de más bienes y servicios con el mismo dinero. Al final, lo que hacen las máquinas es sustituir el empleo en la industria y/o en la agricultura por empleos en el sector de los servicios, y/o en nuevas industrias que se van creando. Prueba de esto son: Japón, Corea del Sur y Singapur, los países con más robots por habitante, que tienen tasas de desempleo entre las más bajas del mundo.

Actualmente, muchos especialistas plantean que la tecnología es un avance para la humanidad, que facilita los procesos y da comodidad a las personas, pero no se puede pasar por alto los empleos que finalmente podría eliminar. Desde la perspectiva de los científicos, se plantea que los robots generarían empleos los próximos años tal como lo destaca la Federación Internacional de Robótica(IFR) en su texto: “El impacto positivo de los robots industriales en el empleo” publicado en el año 2020, en donde se menciona que en los próximos años los robots generarán entre 2 y 3.5 millones de empleos. Sin embargo, los expertos y, los investigadores más escépticos, se muestran sumamente desconfiados, observando como en la actualidad, la tecnología quita más y más puestos de trabajo; no queda más que esperar el desenlace de este debate que se ha desarrollado durante los últimos cinco años, donde se observará realmente, si los robots serán un aporte y/o una amenaza para la clase trabajadora en los próximos años.

Empero, comencemos a analizar más a detalle el problema del desempleo tecnológico, porque el descontento de los trabajadores de las industrias tradicionales ha ocasionado, por ejemplo, el surgimiento de partidos ultra-nacionalistas, meta-proteccionistas y antiglobalización en los Estados Unidos de América; y también en varios países europeos. En los Estados Unidos, el presidente Donald Trump logró ganar las elecciones de 2016 en buena parte, explotando las ansiedades de los trabajadores, y culpando a los migrantes indocumentados de quitarles empleos y de hacer caer los salarios de los trabajadores estadounidenses. Sin embargo, lo que estaba haciendo perder empleos y reducir salarios no era la migración, sino la automatización del trabajo.

El impacto de este fenómeno se hará cada vez más claro. Si no se encuentra una solución a las dislocaciones que se vienen en algunas áreas clave del mundo del trabajo, vendrán tiempos aún más convulsionados en el mundo. Ojalá que este artículo contribuya a crear primero, curiosidad sobre el tema; y luego, una mayor conciencia sobre los desafíos que presentará el desempleo tecnológico, y que nos permita prepararnos mejor para enfrentar esta nueva realidad, como personas y como países. (Continuará…)

* Ingeniero Mecánico Electricista por la UNAM. Maestro en Microelectrónica por la Université Pierre et Marie Curie de París. Maestro en Alta Dirección por el IPADE. Maestro en Ciencias de la Educación por la UVM. Doctor en Educación por la UPN. Académico en la UNAM por 30 años. Director de los Centros Autorizados de Servicio (CAS) en Hewlett-Packard de México. Líder de Proyecto Eléctrico en Siemens México. Autor de seis libros publicados por Alfaomega Grupo Editor. dmtp040964@gmail.com

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