Columna invitada

Lo no quieren que usted conozca sobre las tarjetas de crédito

• “Casi todas las personas viven la vida en una silenciosa desesperación”: Henry David Thoreau


David Moisés Terán Pérez *

Como antecedente a este importante tema sobre las finanzas personales, hay que recordar que las tarjetas de crédito, surgieron en 1949 en una cena entre amigos en la ciudad de Nueva York. Su creador fue Frank X. McNamara, este prominente hombre de negocios, en una ocasión que estaba cenando con un grupo de inversionistas amigos suyos en el restaurante “Majors Cabin Grill”, al momento de pagar la cuenta se dio cuenta que no llevaba consigo su cartera, le dio pena solicitar dinero prestado a sus amigos, y pudo zafarse de esa complicada situación, diciendo que su cartera se había quedado en su oficina. Sin embargo, McNamara se quedó pensando cómo podía resolverse esa situación en lo futuro, si se le volviera a presentar. Por lo que ideó la creación de la primera tarjeta de crédito, y la llamó “Diners Club” (y la llamó así, porque en sus inicios, sólo era aceptada en catorce restaurantes de la ciudad de Nueva York). Sin embargo, a los pocos meses, ya eran más de 500 establecimientos en los que dicho plástico era aceptado, y varios miles de usuarios ya contaban con una. Era el año de 1950.

El modelo de negocio en aquella época, consistía en intermediar entre el consumidor, el restaurante y/o la tienda departamental, con la promesa de pagar el total al final del mes; luego se cobraba una anualidad equivalente a $3 dólares, más una pequeña comisión por cada compra realizada. Las entidades bancarias, al darse cuenta de que muchas personas comenzaban a utilizar ese novedoso formato de pago, comenzaron a replicar el modelo de negocio. El primero de ellos fue Bank of America, quien en 1958 lanzó la primera tarjeta de crédito con el nombre de “Visa”. Posteriormente en 1978, nació “MasterCard”.

En cuanto a México, fue en 1968 cuando se lanzó la primera tarjeta de crédito a través de Banamex. Todo esto, debido a la celebración de las Olimpiadas en nuestro país, y para dar la idea de que México, ya pertenecía al “Primer Mundo”. Recientemente, se contabilizaron poco más de 25 millones de tarjetas de crédito en el país (lamentablemente muchas de ellas, se encuentran en cartera vencida), y la cifra continúa creciendo, tanto en la emisión de las tarjetas, como de los clientes que no pueden pagar sus adeudos.

En esta ocasión entonces, vamos a desarrollar contenido importante, para informar a ustedes amables lectoras(es), acerca de las tarjetas de crédito; no con el objetivo de satanizarlas, ni tampoco de enarbolarlas como panacea. No, simplemente se proporcionará información acerca del tema, porque si usted desea lograr el éxito en la vida y en los negocios, deberá apuntalar su inteligencia financiera. Recuerde, las tarjetas de crédito son un negocio, y buscan reportar la mayor cantidad de ganancias a sus accionistas, con el mínimo de pérdidas.

En la cultura del siglo XXI, las tarjetas de crédito son omnipresentes, y sus empresas de publicidad asociadas, se encargan de invertir miles de millones de dólares, euros o pesos, para fomentar su uso y sus “bondades” como: Los programas de lealtad, recompensas, bonificaciones, descuentos, pases VIP, tasas de interés cero, puntos, entre otras muchas tácticas y estratagemas para mantener su mercado cautivo y obtener clientes potenciales; porque saben que a las personas usuarias de sus plásticos, les gustan las cosas gratis. Lo que muchas personas ignoran y/o pasan por alto, es que las empresas emisoras de dichas tarjetas son muy astutas cuando se trata de la letra pequeña que existe en sus contratos. Porque en la práctica, nada de lo que ofrecen es realmente gratis. Y como servicios, están totalmente diseñados para generar y crear deuda, cargos, comisiones e intereses. Vamos a por el análisis. Las empresas emisoras de tarjetas de crédito, le conocen a usted a la perfección. Y en este sentido comprenda lo siguiente: “El prestatario (el cliente), se vuelve esclavo del prestamista (el banco, o la entidad emisora del plástico)”. Es probable que en este momento, usted no se sienta aludido con la expresión citada, argumentando que no pertenece a ese grupo, y que solamente utiliza la(s) tarjeta(s) de crédito para obtener unas millas gratis. Empero, la realidad objetiva es diametralmente opuesta a esta creencia.

¿Realmente usted considera que saldrá “ganando” frente a un emporio que invierte anualmente cientos de millones de pesos en conocer sus hábitos de compra y de comportamiento comercial? Sólo piense que las tarjetas de crédito son el producto que en los últimos años se ha comercializado más audazmente en todo el mundo. Su fórmula es relativamente simple: Le venden la idea a sus clientes, que obtendrán un trato exclusivo, un estatus preferencial y recompensas. Sin embargo, dichas recompensas son a muy corto plazo. Existe un estudio reciente por la Revista Carnegie Mellon Today, que establece que cuando una persona usa dinero en efectivo, los centros de dolor del cerebro se activan; es decir, cuando la gente sale a comprar y paga en efectivo, se activan esos centros del dolor y se gasta menos, ya que el comprador ve como su dinero entra en la caja registradora del establecimiento, y no lo volverá a ver jamás. Pero la situación es distinta cuando usted sale de compras con su Visa o su MasterCard, porque los centros de dolor no se activan cuando utiliza esos plásticos. Por ejemplo, si alguien le preguntara al comprador 24 horas después de que pagó con su plástico, cuál fue el monto erogado, seguramente no lo recordará. Y lamentablemente, es así durante mucho tiempo, hasta que le llega el estado de cuenta al usuario, y se da cuenta realmente de todo lo que ha comprado. Tristemente, se gasta entre un 12 y un 25% más cuando se usa el plástico, que cuando se paga en efectivo, y todo esto, derivado a que al pagar con tarjeta, no se genera, ni se siente dolor (cuesta muy caro el analgésico).

Por ejemplo, el lugar en el que se compra con más frecuencia utilizando las tarjetas de crédito, es en los supermercados, ¿le ha pasado que originalmente usted iba solamente por un litro de leche, y regresa con cinco bolsas repletas de productos? Esto sucede porque dichos establecimientos, están diseñados perfectamente para fomentar la compra compulsiva, saben dónde ubicar la comida y “varios gustos” por el recorrido; es probable que la primera tentación la evada, pero luego, encontrará la versión mejorada o rebajada de precio y sucumbirá a la tentación; y entre más tiempo pase usted en el autoservicio, más compras realizará, ya que sus pasillos están perversamente diseñados para que usted compre. Por favor, evite caer en la tentación.

Por otro lado, si piensa que al usar su tarjeta de crédito está pagando cero pesos adicionales, porque está realizando sus pagos totales cada mes, está pecando de ingenuo. Para demostrarlo, veamos a detalle qué es una tarjeta de crédito: Es un plástico que le permite comprar cosas, incluso si no tiene dinero. Cuando usted adquiere un producto con la tarjeta, en realidad está pidiendo prestado dinero a una entidad, y deberá pagarlo, ya sea en su totalidad o en parcialidades. Esto significa que cada mes, usted recibirá un estado de cuenta o una facturación por la cantidad que deba, y si decide solamente pagar el mínimo o un poco más, entonces tendrá que pagar intereses; pero si aunado a eso, usted se retrasa en el pago de ese mínimo, pagará adicionalmente cargos por pagos atrasados, y aparte de incrementar su deuda, también verá afectado su historial crediticio. Y es ahí, donde comienza la fiesta del pago de intereses a la entidad emisora que le proporcionó la tarjeta; y es ahí, donde se inicia la debacle.

Ahora, ¿cómo funcionan los intereses de las tarjetas de crédito? El interés de estas tarjetas, es el dinero que se paga por el simple hecho de pedir prestado. Como ya se comentó más arriba, si usted no paga el total de la deuda de su tarjeta cada mes, se le cobrarán intereses. Como dato: En el año 2018, el 47% de los consumidores mexicanos que poseían una tarjeta de crédito pagaron cada mes; sin embargo, el 53% de los tarjetahabientes, no lo hicieron, y terminaron pagando enormes cantidades por intereses (eso es demasiado dinero desperdiciado). El CAT (Costo Anual Total) puede variar, dependiendo de si es usted “totalero” (persona que paga en tiempo forma sus adeudos cada mes), o si solamente paga el mínimo o el mínimo y un poco más. Ya que esta anualidad se incrementará si usted sólo paga parcialidades o si se retrasa en sus pagos (la entidad financiera que le otorgó la tarjeta, lo penalizará por no pagar o por pagar solamente parcialidades). Lo terrible es que el CAT puede ir desde un 24 hasta un 96%, dependiendo de quién le otorgue el plástico, y a ello, debe sumar el IVA de los intereses. Como puede ver, el negocio es altamente lucrativo para las emisoras de tarjetas, y totalmente perjudicial para los consumidores que se retrasan o que no cumplen con sus pagos. Por lo que, en esta época de incertidumbre financiera, de pocas ofertas laborales, y de crisis en lo general, trate de ser muy cauto en el manejo del crédito. Porque una vez, que cae en cartera vencida (impagos), los bufetes de cobranza de los bancos; así como los bufetes a quienes los bancos les venden las deudas, lo acosarán de manera inmisericorde, aunque usted haya pagado religiosamente mientras podía hacerlo; para los bancos no existe la lealtad. (Continuará…)

* Ingeniero Mecánico Electricista por la UNAM. Maestro en Microelectrónica por la Université Pierre et Marie Curie de París. Maestro en Alta Dirección por el IPADE. Maestro en Ciencias de la Educación por la UVM. Doctor en Educación por la UPN. Académico en la UNAM por 30 años. Director de los Centros Autorizados de Servicio (CAS) en Hewlett-Packard de México. Líder de Proyecto Eléctrico en Siemens México. Autor de seis libros publicados por Alfaomega Grupo Editor. dmtp040964@gmail.com

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