Un viajero hidalguense por el mundo
• Juan Carlos tenía un buen trabajo y un matrimonio estable. Un día se embarcó a un viaje planeado para dos años, que al final se convirtió en un recorrido por el mundo que duró tres décadas
🖋 Verónica Bracho Alburquerque *
Su nombre es Juan Carlos Alburquerque. Nació en Pachuca, Hidalgo, y desde niño fue muy curioso e inquieto. Muy pronto se ubicó con un buen puesto en una sucursal bancaria y consiguió en poco tiempo todo lo que marcan los estándares de la sociedad: buen trabajo, un matrimonio estable.
Sin embargo, decidió dejar todo y lanzarse a la aventura. Así, Juan Carlos se embarcó a un viaje planeado para un par de años con mochila al hombro por Europa, y al final se convirtió en un recorrido por el mundo que duró 30 años, durante los cuales visitó 72 países y vivió por etapas en Finlandia, Dinamarca, Japón, la India, África y Alemania.
Si Juan Carlos platicara las mil y un anécdotas de sus viajes, serían años de conversaciones, pero lo que sí podemos hacer es resumir algunos de los sucesos importantes que hizo fuera de México, como recorrer en bicicleta buena parte de Europa -Holanda, Italia, España, Francia, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Polonia, Hungría-, así como el norte de África: Túnez y Marruecos.
En México también hizo un recorrido desde Tijuana hasta Cancún en la misma bicicleta. Recorrió también en motocicleta la India y Nepal, y en América también en motocicleta salió desde Alaska para llegar al estrecho de Magallanes. El objetivo de ese viaje fue fotografiar el mundo indígena del continente.
Cuando inició con los viajes -antes de ir a Europa- hizo un recorrido en el país pidiendo “raid”. Y así, entre barcos, trenes, lanchas, motos, aviones, bicicletas y a pie, forjó lo que muy poca gente en el planeta: darle la cara al mundo, buscando respuestas a decenas de interrogantes que tuvo en su interior.
Tomemos en cuenta que cuando inicia esta hazaña es en la década de los años ochenta, cuando no se contaba con internet ni con celulares, y tampoco existía esta globalización actual del mundo, así que imagínese querido(a) lector(a), llegar a un país sin saber cuál era su moneda, su idioma, sus costumbres; no poder hablar al momento con un amigo o un familiar, ni tener contacto con la familia de manera inmediata, sino únicamente a través de cartas o postales, y dar la grata sorpresa de que estaba de vuelta en México cuando se aparecía en casa de su padre o de su abuela, sin previo aviso.
También hay que considerar de estos viajes a la gente que conoció, a las amistades que hizo, todos sus romances y todo lo que experimentó en ese largo viaje, como nos platica, cuando estuvo en un templo budista tratando de levitar, o en las aldeas de los países africanos conviviendo con ellos en sus fiestas, o encontrarse fortuitamente en la India, con mil 400 millones de habitantes, a un amigo finlandés.
Un consejo que nos da es que, si queremos tener esos viajes, no debemos olvidar poner en la mochila de viaje: el pasaporte, el cepillo de dientes y el dinero.
Con los viajes, Juan se convirtió en un fotógrafo profesional de gran impacto, solicitado por marcas fotográficas de renombre. También es conferencista, y trabajó de profesor en Finlandia impartiendo la asignatura “culturas mesoamericanas”.
Hoy, Juan Carlos vive feliz con su hija Maya en el estado de Morelos, donde prepara y vende un pan nutritivo muy rico. Tiene 36 años de ser vegetariano, es amante y cuidador de la naturaleza, promueve la paz, es orgullosamente amlover y también, les presumo que es mi querido primo, a quien siempre he querido y admirado por su gran inteligencia y valentía.
Y ya para terminar con la plática, le realicé la última pregunta a mi primo: ¿Si volvieras a nacer, a qué te dedicarías, con toda la experiencia que has adquirido? Les comparto su respuesta: “Me dedicaría a comer hojas para después enrollarme un rato , salir lleno de colores y me fuera a viajar por el mundo”. Hasta la próxima.
