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Jorge Saldaña, el pionero de la televisión y la libertad de expresión en México

Nacido en Banderilla, Veracruz, este valiente personaje rompió los moldes de la televisión mexicana al introducir por primera vez los programas de debate y mesas redondas


🖋 Verónica Bracho Alburquerque

El mes de octubre marca el aniversario luctuoso de Jorge Saldaña, un personaje fundamental para la historia de la televisión y el periodismo cultural en México.

Nacido en Banderilla, Veracruz, este hijo único desde muy joven mostró una insaciable sed de conocimiento que lo llevó más allá de las fronteras. Abogado por la Universidad Veracruzana, su formación se enriqueció con estudios de derecho internacional en La Haya, Países Bajos, civilización francesa y periodismo en París y España.

Jorge Saldaña tocaba guitarra y cantaba en español en los túneles de París y en los cafés. En un café lo conoció Emilio Azcárraga Milmo, quien lo invitó a regresar a México para trabajar en Telesistema Mexicano (futura Televisa).

Su ingreso a la televisión fue de un auténtico innovador. Jorge Saldaña es reconocido como el pionero que rompió los moldes de la televisión mexicana al introducir por primera vez los programas de debate y mesas redondas.

Pero su audacia no se detuvo ahí: también fue el primero en dar participación directa a la audiencia a través de llamadas telefónicas, transformando a los telespectadores de meros solicitantes de canciones a participantes activos en el diálogo nacional.

Sus programas no temían la confrontación de ideas, llegando a sentar en la misma mesa a un representante de la masonería y a uno de la extrema derecha católica mexicana, abordando sin tapujos temas tan escandalosos para la época como la píldora anticonceptiva.

Saldaña era un hombre de principios, dispuesto a enfrentar al poder y a la autoridad, lo que constantemente le generó roces y presiones. Fue común que recibiera llamadas de Gobernación o que sus programas fueran suspendidos.

Tras varias confrontaciones directas con Emilio Azcárraga, finalmente salió de Televisa y en 1972 llegó a la televisión abierta, siendo un pionero con el Canal 13.

Fue allí donde consolidó su legado con programas inolvidables que muchas generaciones recuerdan con cariño: Desayunos con Saldaña, Anatomías, Añoranza y Sopa de Letras, entre otros. Su compromiso con la esencia del periodismo se reflejaba incluso en su estilo: a menudo daba la espalda a las cámaras, enfocando únicamente a sus invitados, con la clara convicción de que “el que debe lucirse es el invitado, no él”.

Saldaña fue un enamorado del idioma español y un promotor incansable de la cultura. Su programa Sopa de Letras era un verdadero festín intelectual, reuniendo a las mentes más eruditas de México, como Carlos Monsiváis, Juan José Arreola, Ricardo Garibay y Ernesto de la Peña, “el hombre que hablaba 33 idiomas”.

Sus emisiones eran una escuela, un espacio de pluralidad donde a todos se les daba la palabra, fomentando el pensamiento crítico en la audiencia.

Su gusto por la música quedó plasmado en el programa Nostalgia (1985), un espacio que rescató del olvido a cantantes y boleristas, abriendo puertas a talentos como el querido hidalguense Humberto Cravioto, a quien Saldaña apadrinó y le produjo su primer disco.

Mención aparte merece su valentía. En el movimiento estudiantil de 1968, mientras la mayoría de los medios optaban por el silencio y la complicidad, Saldaña tuvo el coraje de dar voz y micrófono a los estudiantes.

La congruencia de Saldaña le costó cara. En 1993, durante la presidencia de Carlos Salinas de Gortari, la privatización del Canal 13 culminó con la esperada salida del comunicador. Ante la presión y el ambiente hostil, Saldaña optó por el autoexilio, regresando a París. Lejos de su país, siguió activo: trabajó en la radio francesa, se presentó como cantante en un bar y, adelantándose a su tiempo, fundó un programa de radio por internet desde París, demostrando su interés por estar siempre a la vanguardia tecnológica y, sobre todo, conectado con el acontecer de México.

Años más tarde, con el cambio de gobierno regresó a México y fue recibido por Canal 11 con el programa musical Añoranzas. Pese a su edad, y aunque su presencia en televisión se redujo, su voz y pensamiento mantenían un enorme séquito de seguidores en las redes sociales y la radio.

Personalmente guardo recuerdos de su impacto: ver sus programas cuando era universitaria, en casa de mi abuela, con un atole de vainilla en mano; o de niña, tengo la imagen de mi padre disfrutando los debates donde incluso se rompían discos considerados malos por sus invitados.  

Posteriormente, estudiando la maestría, lo escuchaba en su programa de radio, el cual era un deleite, una charla deliciosa cargada de anécdotas y profundo conocimiento. Jorge Saldaña fue, sin duda, una escuela para comunicadores.

Saldaña siempre fue un hombre íntegro y trabajador, cuya carrera estuvo marcada por la expulsión: lo sacaron de un concurso de oratoria organizado por el PRI, lo expulsaron del Sindicato de Locutores de Xalapa y fue despedido de varios trabajos.

¿La razón? Su negativa a alabar al poder y su uso libre y culto de la palabra. Dedicó 62 años de su vida a difundir la cultura y la libertad de expresión, dejando una frase para la reflexión: “La libertad de expresión se utiliza para censurar”. Él creía que en nuestro país la libertad de prensa llevaba implícita la libertad de pensamiento, y el control de esta última fue la paralización social de México por décadas.

Lamentablemente, como suele suceder con los hombres valiosos, inteligentes y cultos, el reconocimiento en vida es escaso; en su lugar, enfrentan difamación, persecución o el olvido.

Pero desde este pequeño espacio rindo un sencillo y sentido tributo a la enorme aportación que nos dio este maravilloso hombre, don Jorge Isacc Saldaña Hernández, en este aniversario luctuoso.

Hasta la próxima.

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