Columna invitada

El poder de nuestro estado para lograr el éxito en la vida y en los negocios

“Pasa algo curioso en la vida: cuando uno se niega a aceptar nada que no sea lo mejor, muy a menudo lo consigue”: W. Somerset Maugham


David Moisés Terán Pérez *


Amigos(as) lectores(as): que este año nuevo 2021 realmente sea fructífero para todos(as) y logremos obtener aquello que deseamos en los diversos ámbitos de la vida: en la salud, en lo familiar, en lo laboral y en los negocios, en las relaciones con las demás personas, en lograr la libertad financiera, en lo espiritual y sobretodo en convertirnos en nuestra mejor versión.

Todo lo anterior, a partir de establecerlo como objetivos y metas concretas, escribiendo el plan de acción para conseguirlo, ejecutando la planeación estratégica elegida y finalmente midiendo los resultados en un espacio de tiempo razonable. Para acceder a todo lo bueno de la vida es importante conocer y utilizar a nuestro favor el poder de nuestro estado.

Empecemos. ¿En algunas ocasiones usted ha tenido la experiencia de pasar por una excelente racha en la que todo le sale maravillosamente y nada podría ir mal? Pudo haber sido en una partida de un juego (futbol, tenis, golf), en una actividad cotidiana en su trabajo o en su negocio (cerrar una gran operación comercial, incrementar su cartera de clientes y sus ventas), en su relación familiar, etcétera.

Pero también habrá pasado por experiencias en las que habría deseado mucho mejor no haberse levantado; es decir, son experiencias en las que falló y fracasó rotundamente, aunque en otras ocasiones, haciendo lo mismo, había sido exitoso(a). Y se habrá hecho la pregunta: ¿en qué consiste la diferencia? Uno siempre es la misma persona, y deberíamos poder disponer siempre de todos nuestros recursos. Entonces, ¿qué ocurre?

La respuesta radica en el estado neurofisiológico en que uno se halla. Sabemos que hay estados que potencian fuentes inagotables de poder personal (como la confianza, el amor, la seguridad interior, la alegría, el éxtasis, la fe, el conocimiento, una filosofía de vida refinada, la libertad financiera, entre otros). Sin embargo, también hay estados que paralizan dicho poder (como la confusión, la depresión, el miedo, la angustia, el estrés, la ansiedad, la tristeza, la melancolía, la frustración, la depresión, la amargura, la desconfianza, el egoísmo, etcétera).

Esto significa que todos(as) tenemos alternativas de estados buenos y malos. Y como lo establece Anthony Robbins: “Comprender nuestro estado es la clave para comprender el cambio y para alcanzar la excelencia. Nuestra conducta es el resultado del estado en el que nos encontramos”.

Esto significa que siempre procuramos hacer lo mejor posible, con los recursos con los que disponemos; pero muchas ocasiones nosotros mismos somos quienes nos encontramos carentes de esos recursos. La clave está en hacernos dueños de nuestro estado, de nuestro comportamiento y, por ende, de nuestro pensamiento. Recordemos que la llave del poder, es la acción.

Por otro lado, un estado se define como la suma de millones de procesos neurológicos que se producen en nuestro interior; es decir, un estado es la sumatoria de toda nuestra experiencia en cualquier momento dado de la vida.

Esto quiere decir que muchos de nuestros estados ocurren sin ser dirigidos conscientemente por nosotros(as). Vemos algo y frente a ello reaccionamos “cayendo” en un estado específico (que puede ser uno de los estimulantes y útiles, o de los incapacitantes y limitantes), pero en todo caso la mayoría de las personas poco pueden hacer para controlarlo.

Casi todos los deseos de las personas hacen referencia a algún tipo de estado. Por ejemplo, haga una relación pormenorizada de todas las cosas que anhela y desea tener en el corto, mediano y largo plazos. Verá que todas ellas tienen que ver con un estado concreto. ¿Desea amor? Es un estado. ¿Desea libertad financiera? Es también sentir y manifestar un estado de riqueza.

Para dirigir su estado, y producir los resultados que usted desea, primero debe dirigir efectivamente su mente y saber cómo se crean, se forman y se conforman los estados. Ahora, si todo comportamiento es consecuencia directa del estado en que nos hallamos, entonces la pregunta es: ¿quién crea el estado en el que nos hallamos a cada momento? La respuesta es nuestra mente, y en dicha creación aparecen dos componentes principales: el primer componente son nuestras representaciones internas, y el segundo elemento viene dado por nuestras condiciones fisiológicas, así como el empleo que hagamos de ellas.

Por ejemplo, cuando las representaciones internas son estimulantes y útiles, nuestra fisiología es la óptima y vemos una representación de la realidad positiva, realizable, alcanzable y sublime. Pero si sucede lo contrario (representaciones internas paralizantes y fisiología enfermiza), entonces la representación que tengamos de esa realidad es negativa, inalcanzable, irrealizable y frustrante.

Entonces, ¿por qué razón unas personas se representan las cosas desde un estado de preocupación, mientras que otras siempre ven el futuro boyante? La respuesta no es simple, ya que son muchos los factores que intervienen en ello.

Por ejemplo, la influencia de nuestros padres, de nuestros maestros, de la gente cercana con quienes convivimos, toda esa gente ha influido positiva o negativamente en la representación de nuestra realidad (recuerde, somos el promedio de las cinco personas con las que tenemos una relación estrecha). Por eso, busque relacionarse con personas positivas, proactivas, responsables; y por favor, aléjese de las personas tóxicas.

Por lo tanto, cambiar los estados implica forzosa y necesariamente modificar positivamente las representaciones internas, así como también cambiar para mejor nuestra fisiología. Y dado que no sabemos lo que son las cosas en la realidad, sino que solamente cómo nos las representamos nosotros mismos, entonces, ¿por qué no representárnoslas de manera que aumenten nuestras posibilidades de éxito, así como las de las otras personas, en lugar de hacerlo de manera limitante?

Bastante en qué pensar al respecto. Finalmente, las personas triunfadoras son quienes habitualmente acceden a sus estados fecundos y descollantes. (Continuará…)

* Ingeniero Mecánico Electricista por la UNAM. Maestro en Microelectrónica por la Université Pierre et Marie Curie de París. Maestro en Alta Dirección por el IPADE. Maestro en Ciencias de la Educación por la UVM. Doctor en Educación por la UPN. Académico en la UNAM por 30 años. Director de los Centros Autorizados de Servicio (CAS) en Hewlett-Packard de México. Líder de Proyecto Eléctrico en Siemens México. Autor de seis libros publicados por Alfaomega Grupo Editor. dmtp040964@gmail.com

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