Columna invitada

Entre la crisis y la oportunidad

El enemigo se mueve veloz y nosotros somos su vehículo. No dejemos pasar esta oportunidad porque mañana nada será igual. Aun superada la crisis, no hay mañana sin un hoy responsable


Pánfilo Pérez

La pandemia de Covid-19 ha venido a trastocar la vida cotidiana. México y el mundo enfrentan una nueva crisis en la que tendremos la oportunidad de cambiar, acaso para ser una mejor sociedad, más justa e igualitaria, incluyente, que funcione para todos.

La historia nos ha enseñado que ante las crisis deben aprovecharse las enseñanzas pasadas. Fortalecer las capacidades, revalorar el recurso humano, adaptarse a los nuevos tiempos.

Mañana podremos volver como un nuevo país, en la unidad está nuestra fuerza. La crisis nos da la oportunidad, con una visión de futuro, de crear un espacio social donde quepamos todos. Es en las crisis donde revive la creatividad, los grandes descubrimientos, las mejores estrategias.

En estos tiempos en los que la pandemia nos tiene atrapados entre la desinformación, los reclamos, las falsas noticias, la incredulidad, la crítica agria, los comentarios moderados y la simple charlatanería, debemos mantenernos unidos.

La capacidad de resistir, superar situaciones adversas, salir fortalecido y aprender de los errores, la resiliencia es hoy una de las más grandes oportunidades del ser humano para salir adelante ante este enemigo invisible, pero del que sabemos aquí está.

Y es aquí, en este punto, donde se puede ganar o perder la oportunidad del mañana, sí, porque desde hoy sabemos que nada será igual una vez terminada esta pesadilla.

Debemos aceptar que la pandemia nos está cambiando, y en ello debemos también reconocer que todos tenemos una parte que hacer, desde nuestra trinchera, desde nuestro espacio, desde nuestra competencia.

Y en esta oportunidad de cambio esperamos que podamos resurgir con lo mejor de nosotros mismos, como la sociedad a la que todos aspiramos, en la que quepamos todos, en la que la oportunidad de mejora sea una constante.

Que renazcamos con mejores prácticas culturales, con una mejor relación con nuestros entornos inmediatos, con el medio ambiente; que mejoren las relaciones entre géneros y podamos saber que somos parte del todo y que es necesaria la equidad y la igualdad, el respeto.

Que dejemos atrás, por convicción, no por mandato, las viejas prácticas de la corrupción, el moche, la dádiva, el compadrazgo, el amiguismo; que las relaciones patronales sean más justas, con un mayor y mejor reparto de la riqueza, esa que producen los trabajadores.

Que los empresarios que hoy reclaman no tengan que ser atajados por la autoridad porque son deudores, porque han dejado de pagar impuestos, porque aún quieren que se les sigan condonado mientras usted y yo los pagamos religiosamente.

Que las autoridades respondan, entonces sí, a las necesidades del pueblo y se refuercen los sistemas de salud, educación; de protección para las niñas y niños, los adultos mayores; los programas de vivienda; en la alimentación, el desarrollo social, y otras tantas carencias.

Las crisis son una oportunidad de cambio, para buscar nuevos paradigmas, alternativas de solución para lo que ya identificamos y altera la vida individual o colectiva, como nos ha alterado el día a día la pandemia por coronavirus.

Sí, la oportunidad está aquí, en la crisis misma, pero empieza hoy continuando con la sana distancia, con el aislamiento voluntario, con el apoyo y respeto a nuestras enfermeras, médicas, enfermeros, médicos y personal de apoyo, siguiendo las medidas de prevención.

En México debemos solidarizarnos para mañana volver a las calles, a los espacios que tanto amamos, a nuestros centros de trabajo, a las escuelas, a nuestra vida diaria.

El enemigo se mueve veloz y nosotros somos su vehículo. No dejemos pasar esta oportunidad porque mañana nada será igual. Aun superada la crisis, no hay mañana sin un hoy responsable.

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